Copenhague no es una ciudad que te venga a la cabeza de primeras para elegirla como destino navideño. Pero hay un motivo por el que compensa, y mucho, hacerlo. Y ese motivo se llama Tívoli.
Este parque de atracciones muestra su mejor cara en estas fechas, con una decoración preciosa que te sumerge en un auténtico cuento navideño. Un paraíso para amantes de la navidad, pequeños y mayores.
Pero la capital de Dinamarca tiene mucho más. Nos emocionamos al pasear por su colorido puerto Nyhavn, una estampa que no olvidaremos, visitamos el castillo más grande de Escandinavia y no nos olvidemos del icono de la ciudad, la famosa escultura de La Sirenita.
Y como no, en esta época los mercados navideños afloran y el glögg y el chocolate caliente son los protagonistas para poder sobrellevar las gélidas temperaturas.
Si os ha picado la curiosidad y queréis saber todo lo que vimos en esta escapada a Copenhague en navidad, os lo cuento todo en este post.
Nueva aventura navideña en 3…2…1
CUANDO IR
El verano es la época estrella para viajar a Copenhague, con temperaturas muy agradables y cielos despejados para disfrutar al máximo de la ciudad (aunque no olvidemos que es el norte y también puede llover). Y si os gustan los festivales, en esta época lo gozaréis.
En invierno las temperaturas se desploman. Nosotros fuimos a finales de noviembre y la temperatura rondaba los -9 grados, con una sensación térmica de -12, ahí es nada.
Pero, pese a que sacar las manos de los bolsillos para inmortalizar la ciudad con mi cámara fue todo un reto, y hasta nos nevó, es un mes perfecto para disfrutar del ambiente navideño y su decoración.
¿Hay algo más idílico que ver nevar con las luces navideñas iluminando la nieve? Y la estrella de la ciudad: el Parque Tivoli, que como he dicho en la introducción es un paraíso para los amantes de la navidad.
El resto de meses de invierno el aliciente navideño no está, pero sí la parte de un tiempo frío y con nieve, por lo que son meses menos recomendables.
En primavera el tiempo es impredecible y el otoño tiene una fecha importante: Halloween, donde también decoran Tivoli con este motivo.
DATOS PRÁCTICOS
– Ruta: Nuestro paso por Copenhague fue parte de una ruta de dos semanas en las que recorreríamos esta ciudad, Hamburgo y Berlín.
A Copenhague le dedicamos cuatro noches y fue nuestra primera parada. Viajamos con nuestra peque (de 20 meses en ese momento) por lo que las visitas las hicimos de forma más pausada.
Además, al ir en invierno, las pocas horas de luz y las temperaturas tan bajas (nos pilló una ola de frío brutal) también hacían que no pudiéramos dedicar más horas a recorrer la ciudad.
Yo me hubiera quedado una noche más y habría sido perfecto para poder ver todo lo que tenía en mente, pero bueno, con más horas de luz o sin un bebé, es una ciudad que se puede ver en tres días completos perfectamente.
– Vuelo: Volamos con Vueling en vuelo directo desde Bilbao. Pero en este caso, no era un vuelo de ida y vuelta, ya que la vuelta la haríamos desde Berlín, el último de nuestros destinos.
– Traslado desde aeropuerto: El Aeropuerto de Copenhague está situado 8 kilómetros de la ciudad, por lo que el trayecto hasta la misma es corto y muy cómodo. Además, tiene muy buena conexión en transporte público.
Las estaciones de metro, autobús y tren están ubicadas en la Terminal 3 y dependiendo de dónde esté vuestro alojamiento os puede convenir coger uno u otro. Esa es la clave.
En nuestro caso, la opción más rápida para llegar al apartamento era el tren. En cuestión de 13 minutos nos dejó en la Estación Central de Copenhague. Después en otros 5 minutos más ya estábamos entrando por la puerta de nuestro apartamento. De diez.
Los billetes los compramos en las máquinas expendedoras DSB, no hay opción de comprar el billete en el tren. Os dejo el enlace a la web de trenes donde podéis ver toda la información actualizada de horarios y recorridos.
Pero si no es vuestro caso, podéis mirar si alguna de las cuatro líneas de metro que hay en la ciudad os deja cerca del alojamiento. Os dejo el enlace a la web del metro.
En el metro, por cierto, hay ascensores para ir con los peques sin tener que plegar el carro, está muy limpio, es nuevo, vamos, es una maravilla usarlo. Y ojo con no comprar el billete, nos lo pidieron en varias ocasiones, por lo que se controla. No seáis piratas ja ja ja.
También hay un City Pass de 24, 48 o 72 horas que incluye viajes ilimitados a muy buen precio (e incluso también el transporte al aeropuerto). Valoradlo en función de las visitas que queráis hacer.
El autobús es la tercera opción. El 5A (diurno) y 5N (nocturno) comunica el aeropuerto con la Estación Central de Copenhague. Las líneas 35 y 36 llegan a otros puntos de la ciudad.
Y, siempre está la cómoda, aunque más cara, opción del traslado privado. Si vuestro alojamiento está alejado, vais con mucho equipaje, con varios niños pequeños o simplemente no os apetece complicaros, esta opción es la mejor. Es llegar y despreocuparte de todo. Desde que tenemos a la pequeña viajera esta opción la contemplamos siempre. Pero como os he comentado antes, en esta ocasión no la utilizamos porque era un trayecto directo y rápido hasta el apartamento.
Si reserváis desde el enlace que os he puesto con mi código personal, a vosotros no os costará nada y a mí me ayudáis con el mantenimiento del blog (al igual que el resto de tours o excursiones). Os lo agradezco muchísimo.
– Copenhaguen Card: Es una tarjeta que incluye el uso ilimitado de transporte público en Copenhague, entrada gratis a varios lugares turísticos como Tivoli, Torre Redonda o Palacio de Amalienborg y te da descuentos extras en algunos restaurantes.
Existen diferentes modalidades de tarjeta en función de los días que se use. Es una tarjeta 100% online, por lo que para comprarla deberéis entrar en su página web.
Como sucede con todos estos tipos de tarjeta, antes de comprarla hay que hacer una «labor de planificación». Ver los lugares que se van a visitar (de forma realista), sus precios y compararlos con el precio de la Copenhaguen Card. Así sabréis si ahorráis con ella o no, que muchas veces nos «dejamos engañar» por el supuesto ahorro y finalmente no solo no es ahorro sino que supone un coste extra. En otras ocasiones no, sale muy a cuenta. Miradlo bien.
– Visado: Los ciudadanos de la Unión Europea no necesitamos tramitar ningún visado para acceder al país. Con presentar el DNI en vigor es suficiente (aunque nosotros también llevamos el pasaporte).
Si no pertenecéis a la Unión Europea, consultad los requisitos y trámites.
– Moneda: La moneda de Dinamarca es la Corona danesa (DKK), por lo que ojo que no podréis usar euros pese a ser un país de la Unión Europea. Nosotros no llevamos dinero en efectivo cambiado desde España y no nos hizo falta en ningún momento. Todo, absolutamente todo lo pagamos con la tarjeta N26 o Revolut. Son las dos tarjetas que usamos en nuestros viajes a zonas no euro por el buen cambio y la ausencia de comisiones.
– Seguro: En este viaje decidimos contratar el seguro Iati Escapadas porque era el que más se ajustaba a nuestras necesidades.
Aunque llevábamos la Tarjeta Sanitaria Europea, preferimos ampliar las coberturas con un seguro privado, ya que no todas están cubiertas con la TSE.
La salud es lo más importante y es donde no se debe escatimar. Debería de ser un elemento imprescindible en todos los viajes.
No lo utilizamos, pero poco nos faltó porque los tres estuvimos «tocados» con el frío que pasamos. Menos mal que llevábamos sobres para el resfriado en la maleta y capeamos como pudimos la tos, mocos y dolor de cabeza. La peque, por suerte, fue la que resistió más, pero cualquier susto con ella es mejor estar cubierto.
Si accedéis a través de este enlace o pincháis en la foto, tendréis un 5% de descuento por ser lector de fotografiandoelmundo.es.
– Hotel: Al ir con la peque optamos por reservar un apartamento en vez de un hotel. Así teníamos cocina para poder desayunar y cenar tranquilamente si no nos apetecía hacerlo fuera, o si nevara por ejemplo y se complicara el salir.
Además, tendríamos más espacio porque ya con casi dos añitos se nota. Como pasa el tiempo…
El apartamento elegido fue el Eric Vökel Boutique Apartments, un apartamento moderno, funcional y con una ubicación perfecta para visitar Copenhague. Nos gustó muchísimo.
Nos dejaron trona y cuna para la peque sin ningún coste. Además, pudimos hacer el check in de forma autónoma y muy sencilla al llegar fuera del horario de recepción.
Hay una máquina a la entrada donde después de elegir el idioma, escaneas el dni y te da las llaves de la habitación. Nos pareció comodísimo.
Al lado del apartamento también hay una parada de metro que te acerca a lugares más alejados de la ciudad. La compañía de alquiler de coches para hacer la excursión que teníamos planeada también estaba al lado, vamos, es que era perfecto.
Como puntos negativos, señalar dos: la extractora de la cocina o no funcionaba bien o apenas tenía potencia. Cada vez que freíamos algo se preparaba un humo en el apartamento que teníamos que abrir la puerta y la ventana para ventilar. Y el segundo es que en la zona de la cama, al estar separada del resto y al lado de la ventana era más fría y no se podía subir más la calefacción. Las temperaturas que nos tocaron tampoco ayudaban, pero bueno, fueron dos detalles que los comenté para que los mejoraran.
– Coche de alquiler: En Copenhague alquilamos coche con la idea de hacer un par de visitas fuera de la ciudad. Como os he comentado, nos pilló una ola de frío y cualquier trayecto con una peque se complicaba si optábamos por el trasporte público.
La compañía elegida fue Europcar y la oficina se encontraba muy cerca del apartamento, por lo que resultaba perfecto. Además facilitaron la sillita del coche para nuestra peque (previo pago).
– Internet: En Copenhague teníamos roaming con nuestra compañía, por lo que no nos hizo falta comprar ninguna tarjeta de datos extra. Si no es vuestro caso, miradlo, ya que tener datos fuera del free wifi es muy importante para poder localizar todos los puntos a visitar, restaurantes, etc.
– Electricidad: En Dinamarca el voltaje es de 220 V/ 230 V y los enchufes son compatibles con los de España, por lo que no es necesario llevar adaptadores. Si viajáis desde fuera de España mirad la compatibilidad.
– Equipo: La ropa que metáis en la maleta dependerá de la época del año en la que vayáis, ya que no es lo mismo visitar Copenhague en navidad que ir en verano.
Nosotros fuimos a finales de noviembre y lógicamente llevamos ropa de abrigo.
Gorro, guantes, bufanda, ropa térmica, un buen plumas y unas buenas botas fueron fundamentales para no pasar frío en todas las horas que estuvimos en la calle. Además nevó, por lo que el calzado y el abrigo menos mal que era impermeable.
Un paraguas también es imprescindible.
Y si os toca una ola de frío como a nosotros, los parches térmicos pueden ayudar. Yo había veces que no podía ni articular los dedos de la mano de los congelados que los tenía porque la baja sensación térmica era brutal.
El equipo fotográfico habitual: cámara con tres objetivos y trípode para fotografiar el puerto de noche.
CONSEJO PAPIS VIAJEROS: Como Copenhague era el segundo viaje navideño que hacíamos con nuestra pequeñaja (el primero fue a Praga, Viena y Budapest) ya llevábamos en la maleta una crema especial para proteger su piel del frío (Avéne cold cream). Y nuevamente nos fue genial, ni papos rojos, ni piel seca ni tirante. Estuvo perfecta todo el viaje pese al viento helado y la nieve.
– Comida: La ciudad de Copenhague tiene fama de ser un gran destino gastronómico. De hecho, tiene restaurantes con estrellas Michelin, lo que no me quiero imaginar son los precios de los mismos…
Os destaco algunos de los platos más típicos del país, por si queréis probarlos en un restaurante con o sin estrella.
El Smørrebrød se podría considerar el plato nacional. Es una especialidad típica danesa que consta de una rebanada de pan de centeno untado con mantequilla y cubierto con diferentes opciones. Nosotros probamos una variedad del Smørrebrød, el Stjerneskud, cuya particularidad es que la cobertura está hecha con productos del mar. En nuestro caso eran gambas, y madre que delicia.
El Mørbradbøffer es solomillo de cerdo empanado acompañado de cebolla, cebollino, eneldo y limón y aderezado con pimienta y sal.
Frikadeller es un plato de albóndigas de carne de cerdo picado con cebolla y huevo, servidas con patatas o pan. La versión con pescado se llama fiskefrikadeller.
El Stegt Flæsk es un plato de panceta frita servida con patata y salsa de perejil. Vamos, poca elaboración lleva pero estará rico fijo.
Galletitas Danesas de mantequilla. Estas delicias que todos recordamos en su cajita de lata que después se utilizaba como caja de costura es uno de los mejores y dulces recuerdos que te puedes traer de Copenhague. Además, las hay decoradas muy chulas.
Y termino el resumen culinario con el Gløgg, vino caliente con regaliz, coñac, azúcar y remolacha. Una bebida típica de la época navideña que no te puedes perder. Eso si, de barata nada. Al cambio más de 8 euros el vino, en vaso de cartón (aquí no te dan taza como en otros mercados navideños de Europa).
Y como siempre, después de todos los datos viene lo mejor ¡el detalle de las visitas que hicimos en Copenhague! Allá vamos.
QUÉ VISITAR
En esta ocasión no os voy a detallar el día a día en Copenhague sino los puntos a visitar.
Con la ola de frío inicial y la nieve los últimos días, todo el planning que yo llevaba tuve que adaptarlo y readaptarlo cada día, fue un poco odisea. A veces pasan estas cosas y es un doble trabajo, pero viajar es así.
Cuando se escondía el sol era casi imposible estar mucho tiempo por la calle con una niña de menos de dos años y nos resguardábamos en cafeterías o centros comerciales.
Copenhague es una ciudad relativamente pequeña y si vais por ejemplo en verano tendréis muchas horas de luz para ver más cosas en un día. Me parece más ameno y más práctico para vosotros hacerlo así y situando los puntos en un mapa podéis hacer vuestras propias rutas.
NYHAVN
Empiezo fuerte. La estrella de Copenhague, la panorámica más fotografiada de la ciudad, la imagen que me saco un «GUAUUU, pero que preciosidad», es esta. La del puerto nuevo de Copenhague.
Pero que no os engañe el nombre, este puerto fue construido en el s. XVII y estaba lleno de bares y burdeles frecuentados por marineros. Como curiosidad, el famoso escritor Hans Christian Andersen (del que hablaré después) vivió aquí durante dieciocho años en el s. XIX y la casa más antigua del puerto data de 1681.
Pero esa época «oscura» ya quedó atrás. Ahora este paseo marítimo hace gala de sus coloridas casas, sus barcos museo patrimoniales y sus restaurantes y cafeterías con maravillosas vistas.
Os aseguro que querréis pasar por aquí a todas las horas del día. De hecho, uno de mis objetivos fotográficos en Copenhague era capturar el amanecer aquí. Con sol, claro. ¿Lo conseguí?
Ya sabéis la respuesta por la foto de portada del post y por las fotos anteriores, sí. Madrugando, muriéndome del frío (literalmente) porque al lado del agua la sensación térmica era brutal, pero eso sí, sin ningún otro turista por los alrededores. Alguna recompensa tenía que tener. Bueno, eso y que mirad que maravilla de fotos.
Por la posición del sol en estas fechas el atardecer no era atractivo, por eso opté por hacer el sacrificio del amanecer.
Fijaros que diferencia de luz con otro de los días que estaba nublado. No hay color, nunca mejor dicho.
Por la noche también merece mucho la pena pasear por el puerto. Además, las luces y el mercado navideño lo engalanan y hacen que luzca aún más bonito (aquí hay un pequeño mercado, con casetas a las orillas del canal).
Desde aquí también parten los paseos en barco por los canales de la ciudad, una de las opciones más cómodas para ver Copenhague desde otra perspectiva.
No tuvimos suerte con el tiempo, porque estaba muy oscuro, pero bueno, al menos en el barco íbamos calentitos con el radiador a tope en nuestros pies. Y la peque dormida, por lo que fue un momento de «relax».
Durante una hora vimos edificios como la Ópera o la Biblioteca Real Danesa o la estatua de La Sirenita, que se ve por detrás.
No nos entusiasmó este recorrido, todo hay que decirlo, pero el mal tiempo pudo enturbiar esta sensación.
Nosotros lo reservamos a través de Civitatis para no tener que hacer cola en la taquilla.
CONSEJO PAPIS VIAJEROS: El cochecito de la peque lo tuvimos que dejar en el muelle, en un extremo. Un poco desconfiados por si nos lo mangaban, pero no, allí estaba a la vuelta. La verdad es que al plegarse totalmente podíamos haberlo llevado en el barco, pero como no teníamos intención de bajarnos en ninguna parada intermedia de las que hace el barco, pues nos daba igual.
LA SIRENITA
Y sigo fuerte. El símbolo de Copenhague y una escultura mundialmente conocida. Es ella, es La Sirenita.
Esta escultura la encargó en 1909 el empresario cervecero Carl Jacobsen, hijo del fundador de la cerveza Carlsber, y fue donada a la ciudad de Copenhague.
Con ella, Jacobsen quiso homenajear a la bailarina danesa Ellen Price, una estrella del Ballet Real Danés que representaba el famoso cuento de La Sirenita, escrito por Hans Christian Andersen en 1837.
La estatua es de bronce y pesa 175 kg y a mí me inspiró mucha ternura. Había leído que decepcionaba (porque era muy pequeña), que no compensaba ir hasta allí para verla (porque se encuentra alejada) pero, en mi opinión, es un imprescindible y me gustó mucho muchísimo conocer esta famosa estatua.
El frío al lado del agua era demoledor porque, además de las bajas temperaturas, se sumaba el viento (que era muy fuerte, de hecho me costaba sujetar la cámara y que no me salieran las fotos movidas).
Por eso, la gente no paraba allí ni un minuto y pocos bajaban a acercarse. De hecho, nuestra peque que estaba dormida en el coche, ni bajó a verla. No quisimos despertarla y que pasara ese frío, por lo que nos turnamos para ir hasta allí.
Si vais en coche como nosotros, hay un parking en Langelinie Pavillonen donde se puede aparcar gratis (de duración determinada, pero para ir y volver a ver la estatua suficiente). Si ya se quiere ver toda la zona de Kastellet, con su famoso molino y una de las fortificaciones mejor conservadas del norte de Europa, y Osterport, con la Fuente de Gefion y la preciosa Iglesia de St Alban (cosa que no pudimos hacer por el frío y que nos apuntamos para la próxima) hay parkings de pago donde dejar el coche sin problemas con el tiempo de establecimiento (pagando, claro).
IGLESIA DE MÁRMOL
Marmorkirken o Iglesia de Mármol fue otra de las visitas que más nos gustó de Copenhague. Y es que, este templo luterano tiene una impresionante cúpula de 46 metros de altura, la mayor de Escandinavia.
Si podéis ir al atardecer y al amanecer aún mejor, tendréis unas fotos preciosas y su interior estará solo para vosotros. Gozada máxima. Nosotros la visitamos en estos dos momentos, diferente luz pero muy especiales ambos.
Es un edificio de planta redonda, que se comenzó a construir en 1749 por deseo del rey Federico V de Dinamarca. Pero no fue hasta 1894 cuando se terminó, debido en gran parte al parón que sufrió por su excesivo costo en 1770. Se inspiró en la basílica de San Pedro, en Roma, y pese a su nombre, la iglesia no es de mármol sino de piedra caliza (y la cúpula es de cobre, de ahí su color verdoso).
Se puede subir a su cúpula, pero solo determinados días. Por desgracia, nuestro viaje no coincidía con ninguno, por lo que nos quedamos sin ver las vistas panorámicas que tiene. En su web podéis chequear los días y los horarios.
La entrada es gratuita y, como he dicho antes, es muy recomendable. Además, tienen calefacción y se está de lo más calentito allí sentados admirando las doce pinturas de los apóstoles y los medallones que decoran la cúpula.
PLAZA Y PALACIO AMALIENBORG
Al lado de la Iglesia de Mármol se encuentra la Plaza y el Palacio de Amalienborg, residencia de invierno de la familia real danesa.
Esta plaza la visité en dos ocasiones. La primera muy temprano, con una luz preciosa. Mirad las fotos.
Y la segunda, al atardecer. ¿Cuál os gusta más?
La luz al amanecerme dio mucho juego para fotografiar a uno de los guardias del palacio. Esas siluetas me encantan.
Otro día nos acercamos al mediodía. Y es que en esta plaza es donde se puede ver el cambio de guardia cada día a las 12.
¿Y a qué os recuerda? Salvando las distancias (grandes de hecho), al cambio de guardia de Buckingham, en Londres.
Desde el jardín de Amaliehaven hay unas vistas muy bonitas de la plaza y la iglesia de mármol, pero estaba en obras y por tanto, la fotografía que tenía en mente desde la fuente que hay en este parque no fue posible (las vallas y excavadoras lo estropeaban).
NYBODER
Esta zona de Copenhague repleta de casas coloridas de los siglos XVII y XVIII que antiguamente se usaron como cuarteles navales, es muy pintoresca. Tiene rincones muy fotogénicos. No nos dio tiempo a ir. Para la siguiente visita a Copenhague.
IGLESIA DE SAN SALVADOR
Una iglesia que llamaba muchísimo nuestra atención por su torre con una escalera de caracol totalmente exterior no apta para personas que sufren de vértigo.
Es uno de los mejores miradores de la ciudad, es de pago y hay que subir más de 400 escalones, los primeros cubiertos y los últimos al descubierto.
El día que yo subí estaba totalmente despejado, pero hacía muchísimo viento, hasta me costaba estabilizar la cámara. Eso sumado a mi vértigo hizo que fuera incapaz de llegar al final del todo.
El viento me empujaba y no me sentía segura allí arriba, por lo que solo avance un par de vueltas de la escalera, saqué unas fotos, pero me olvidé de llegar a «la puntita». De hecho, con esas condiciones creo que no deberían permitir subir, sinceramente.
CONSEJO PAPIS VIAJEROS: No es un lugar apto para niños pequeños, me parece peligroso y creo que es mucho mejor turnarse para subir que arriesgarse. Si los niños son mayores sin problemas, pero peques, en mi opinión es mejor que no suban. Hay además tramos de escaleras en el interior que telita.
CHRISTIANIA
Justo al lado de la Iglesia de San Salvador se encuentra este peculiar lugar de Copenhague: la Ciudad Libre de Christiania.
Christiania comenzó como una iniciativa de un periódico que animaba a los hippies a ocupar un campamento militar abandonado. Hoy en día es una comuna autónoma, que tiene hasta su propia bandera. De hecho, cuando sales ya te lo dicen: «Estás entrando en la UE».
Las fotos están prohibidas a partir de un punto, ya que pese al rollo alternativo y bohemio se sigue vendiendo droga.
Mi opinión: si os sobra tiempo o estáis por la zona (como fue mi caso) podéis daros una vuelta, es curioso, pero es un lugar totalmente prescindible. Y no aconsejo para nada entrar allí con niños.
CHRISTIANSHAVN
Si hacéis las dos visitas anteriores estaréis ubicados en el bonito barrio de Christianshavn. Por aquí se pasa con el tour en barco, pero os recomiendo pasear a pie por él.
Sus canales, sus casitas de colores, sus barcos amarrados y sus cafés y tiendas hacen de esta zona una de las más bonitas de Copenhague.
El frío acompañó la visita, pero con el sol todo se veía precioso.
TORRE REDONDA
La Torre Redonda o Rundetårn es una torre del siglo XVII, de 34 metros de altura, que tiene la peculiaridad de contar con una rampa interior en espiral para llegar a su punto más alto, en lugar de los tradicionales escalones. ¿El motivo? Fue construida como observatorio astronómico y la ausencia de escalones facilitaba la subida del equipo.
Desde arriba se tienen unas bonitas vistas de toda la ciudad.
También es muy conocido el momento en el que el zar Pedro I el Grande subió a caballo por la rampa y cuando, en 1902, un automóvil hizo lo mismo.
Podéis ver horarios y precios en su página web.
Y si os fijáis en el camino de subida o bajada, hay una ventana desde la que se puede ver el interior de la Iglesia de la Trinidad, adosada a la Torre Redonda.
CONSEJO PAPIS VIAJEROS: Al no haber escaleras se puede acceder con carrito por la rampa salvo el último tramo, donde hay escaleras y un semáforo para regular las subidas/bajadas. Nosotros nos turnamos, pero se podría subir con los peques porque no es peligrosa.
CASTILLO DE ROSENBORG
Este castillo palacio renacentista fue construido en 1606 como casa de campo real veraniega. Al estar en la propia ciudad de Copenhague es una visita muy cómoda y muy recomendable.
En verano con los jardines repletos de flores tiene que ser una preciosidad. En invierno, como veis, está todo más triste, pero no por ello pierde encanto. Es un castillo muy diferente a los que habíamos visto hasta ahora en nuestros viajes.
En su interior se puede ver el mobiliario de la época, el salón del trono y la sala del tesoro que guarda, entre otras, la colección de joyas de la corona danesa.
Os dejo el enlace a su página web donde se indican los horarios y precios de las entradas.
Si os interesara hacer una visita guiada, en Civitatis tenéis esa opción con muy buenas opiniones.
Muy cerca del Castillo se encuentra el Jardín Botánico o Palmehuset, un complejo de 27 invernaderos de 1874 y diez hectáreas de extensión. El frío que teníamos en el cuerpo hizo que lo descartáramos. Después de ver el Castillo de Rosenborg necesitábamos entrar en calor y no quisimos alejarnos para ver este Jardín Botánico.
En verano tiene que ser una maravilla. Lo anotamos para la siguiente.
KULTORVET
Kultorvet es uno de esos lugares que no aparecen en las guías pero que tienen mucho encanto.
Se trata de una plaza rodeada de construcciones típicas danesas, su kiosko y su mercado de flores. Para llegar al Castillo de Rosenborg pasamos por aquí y nos encantó. Incluidla en vuestro recorrido, no cuesta nada porque como os comento, está de paso al Castillo.
STROGET
La calle más larga de Europa se merece una visita (o varias).
Y no solo para ver sus tiendas de lujo, su decoración navideña o entrar a Konditori La Glace, la pastelería más antigua de Dinamarca donde poder probar un dulce típico de Dinamarca, el Wienerbro.
Stroget se merece «ser paseada».
Si vais como nosotros en navidad, allí encontraréis uno de los mercados navideños más bonitos de la ciudad, concretamente en Hojbro Plads.
En este mercado nos pedimos unos ricos perritos calientes con un vino, una mezcla muy rara pero rica. Y cara, para variar.
Y en el extremo opuesto de la calle, en Nytorv, se encuentra otro mercado navideño, el Hans Christian Andersen Julemarked. Es un mercado pequeñito y se ve en poco tiempo. Allí podrás conocer a Papá Noel aunque cuando nosotros pasamos se ve que estaba descansando je je je.
Y siguiendo la calle Stroget os encontrareis con la famosa Fuente Stork, que acapara todas las miradas de la plaza. Una fuente también conocida como Fuente de la Cigüeña, por las esculturas de cigüeñas que hay en ella.
Algo que no debéis perderos es subir (porque está en la última planta del centro comercial Illum) a una de las cafeterías con mejores vistas de Copenhague: Original Coffee.
Muy recomendable (aunque caro, como todo en Copenhague) para entrar en calor y tomarse un café con un bollo o probar los típicos Stjerneskud ¡riquísimos! Con las fotos que os enseño querréis ir fijo.
Os dejo también otras cafeterías que llevaba apuntadas, con muy buenas opiniones y pintaza. Cofee Collective (hay en varios puntos de Copenhague), Hans Cofee, Kompa´9, Bastard Café (muy famosa por tener cientos de juegos de mesa) Democratic Cofee, Paludan Bog & Cafe, Cofee Fellaz o Mikkeller Bar, donde probar una cerveza en una copa muy chula (no todo iba a ser café).
En esta calle hay varios rincones que pasan desapercibidos y que merece la pena curiosear como son Jorcks Passage y Klostergarden.
Y también muy cerca se encuentra la Catedral de Nuestra Señora de Copenhague.
KONGENS NYTORV
Kongens Nytorv es una de las plazas más grandes e importantes de Copenhague. En la «Nueva plaza del Rey» se encuentra uno de los mercados navideños más importantes de la ciudad, donde paramos varias veces a tomar nuestro imprescindible gløgg.
En estas fotos lo veis despejado porque era pronto, pero más tarde estaba hasta los topes de gente.
Destaca en la plaza la iluminación nocturna del Hotel dÁngleterre.
El Teatro Real de Copenhague.
Y el centro comercial Magasin du Nord, unos elegantes almacenes comerciales de 1928, en los que ya nos tenían que conocer l@s dependient@s por las veces que entramos huyendo del intenso frío ja ja ja.
También se encuentra en esta plaza(en uno de sus extremos) uno de los restaurantes que probamos en Copenhague: Trattoria Fiat.
La decoración de este restaurante era muy bonita y pese a las buenas opiniones, a nosotros no nos terminó de convencer. Igual no elegimos bien, pero en un italiano normalmente se acierta con todo y en este caso no fue así. Ni la pizza ni la pasta estaban buenas y tardaron un montón en servirnos. Por eso no os lo puedo recomendar.
En cambio, sí que os puedo recomendar una pastelería que hay a la vuelta de la esquina: Buka Bakery, donde el rollo de canela estaba tan bueno que ni le sacamos foto, nos lo zampamos directamente.
Y otros restaurantes que llevábamos apuntados, pero que no tuvimos la ocasión de probar, fueron Sole D´Italia, el restaurante danés Karla, el japonés Bento o la hamburguesería Tommi´s Burger Joint, por si queréis ideas de lugares con buenas puntuaciones.
Al tener cocina en el apartamento, ir con la peque y los precios de todo en Copenhague, tiramos mucho de supermercado y comida «casera».
AYUNTAMIENTO DE COPENHAGUE
El bonito Ayuntamiento de Copenhague, también conocido como Radhus, es todo un símbolo de la ciudad. Fue construido en 1905 en estilo romántico nacional, y en su interior, alberga el Reloj Mundial de Jens Olsen. Este original reloj no solo marca la hora local, sino que también muestra entre otras, la solar, la salida y puesta del sol o la rotación de los planetas.
También se puede subir a la parte alta de su torre desde donde dicen que se tienen unas magníficas vistas a la ciudad. Podéis ver las horas en su web, a nosotros no nos cuadró y simplemente lo admiramos por fuera.
Justo en uno de los laterales de la Plaza del Ayuntamiento se encuentra una estatua muy especial, la de Hans Christian Andersen, del que ya os he hablado en varias ocasiones en este post de Copenhague. Esta escultura está mirando al siguiente punto de visita de Copenhague. Uno muy especial. Y es…
JARDINES Y PARQUE TIVOLI
Nuestro motivo de más peso para visitar Copenhague en navidad fue el parque Tivoli.
Y es que después de cruzar su famosa e histórica puerta de entrada (ojo, que hay varias, la principal es la que se encuentra en Vesterbrogade), te sumerges en un mundo de fantasía y decoración navideña que enamora hasta al más grinch de la navidad.
Este parque fue inaugurado en 1843 y es uno de los parques de atracciones más antiguos del mundo. De hecho, sirvió de inspiración a Walt Disney para construir Disneyland y también dicen que inspiró al propio Hans Christian Andersen para escribir el cuento de hadas El Ruiseñor.
En su web podéis encontrar toda la información del parque. Desde las temporadas en las que está abierto (ya que no lo hace todo el año y es una pena ir a Copenhague y perdérselo, OJO CON ESTO), los precios de las entradas, las atracciones, espectáculos etc.
Las temporadas más especiales son Halloween y Navidad (por la decoración), pero aunque no vayáis en estas fechas yo no me lo perdería. No os imaginéis un Eurodisney o un Port Aventura, este parque tiene otro «rollo». Es un parque mucho más modesto y de estilo «vintage».
La entrada al parque no incluye las atracciones, por lo que mirad muy bien en cuáles os interesaría montaros para saber si os compensa comprar un pack con atracciones incluidas o no. Si vais con niños, como nosotros, a nada que queráis montaros en cuatro ya os sale a cuenta.
Las entradas podéis adquirirlas en la taquilla o llevarlas compradas con anticipación en Civitatis.
En el parque podéis entrar y salir sin problemas dentro del mismo día. Nosotros elegimos ir por la tarde, para verlo de día, montarnos en alguna atracción con la peque y ver toda la iluminación y la magia en el atardecer/noche. Pero también hay gente que va a primera hora (en temporada alta igual está más concurrido), sale y vuelve por la noche.
Las atracciones para los pequeñajos de casi dos años, como era su caso, eran el tren elfo, el carrusel clásico o el tiovivo, entre otras. Atracciones preciosas en las que nuestra peque alucinaba con cada decoración, muñeco y lucecita. Pero eso nos duró poco.
Aunque en las dos primeras no paraba de señalar y sorprenderse y nosotros, claro, estábamos muy emocionados (es increíble como teniendo un peque disfrutas de cosas que antes pasarían desapercibidas) después, al caer la noche, el intenso frío hizo que no quisiera salir del saco del carro para montarse en ninguna más.
Nuestro gozo en un pozo, las entradas con las atracciones incluidas no las habíamos amortizado, pero bueno, pero con los peques es así.
Por eso aprovechamos a tomar un gløgg para al menos estar calentitos por dentro, continuamos sacando fotos por el parque y buscamos un lugar para cenar porque empezaba a nevar bastante.
Es curioso como la nieve, aunque molesta lógicamente para estar en un parque de atracciones subido a una montaña rusa (que también las hay), le daba un toque aún más especial a todo.
Ver como los árboles se iban cubriendo con una capa de nieve blanca, tan perfecta que parecía puesta a propósito, las luces y la música navideña de fondo… Congelados pero muy felices por poder vivir aquello juntos.
Mención especial tiene la decoración del Hotel Nimb, una preciosidad y un hotel no apto para todos los bolsillos.
El Svingkarrusellen es otra de las imágenes más características del parque. ¿Os suena?
Y por último, la Pagoda Japonesa. Se encuentra junto al lago y es uno de los edificios más fotografiados de Tivoli. ¿Bonita verdad? La zona también merece un paseo.
Es digna de ver tanto de día como de noche. Mirad con la iluminación.
Para cenar nos decidimos por Sticks´n´Sushi por las buenas opiniones que tenía y… Madre mía que homenaje.
Pagamos un buen dinerito, pero nos encantó, y las vistas al parque (pena que la terraza estaba cerrada por la nieve y el frío) eran maravillosas.
Además fue la primera vez que nuestra pequeña comía con palillos…¿Os imagináis nuestra emoción? Se nos caía la baba y le sacamos fotos, videos y de todo, como buenos padres frikis ja ja ja. Nota: ¿Será una señal de que tenemos que volver a Japón con ella?
Nos dejaron trona para la peque y el carro pudimos dejarlo en la entrada del restaurante, cerca del ascensor. ¡Ah! En el parque hay cambiadores, por lo que ningún problema en ese sentido.
¿Os he animado a visitar Tivoli?
MAGSTRAEDE
Si hay una calle fotogénica a más no poder en Copenhague es esta: Magstraede.
Es una de las calles más antiguas de la ciudad, conserva su empedrado original y algunos de sus edificios datan del año 1600.
Nos encantó pasear por ella y os recomiendo no perdérosla.
Además de Magstraede podéis apuntar otras calles de Copenhague que tienen encanto: Snaregade, Krusemyntegade, Gammel Mont, Olufsvej y Landemaerket.
PALACIO DE CHRISTIANSBORG
En la llamada Isla de los Castillos se encuentra el Palacio de Cristiansborg, actual sede del Parlamento y uno de los lugares más visitados de Copenhague.
En su visita podréis admirar el Salón del Trono, la Cocina Real, las Caballerizas o las impresionantes vistas que hay desde su torre (la más alta de Copenhague, donde dicen que hay ascensor).
Si quisierais realizar una visita guiada os dejo el enlace a la misma desde donde la podéis contratar (con muy buenas opiniones).
Muy cerca se encuentra el edificio de la Bolsa o Børsen, construido por Cristián IV entre 1619 y 1640. Estaba en obras por lo que su torre más característica no la pudimos fotografiar.
MERCADO DE TORVEHALLERNE
Un mercado muy frecuentado por los locales donde tienes una mezcla de puestos para comprar productos frescos, bares y restaurantes, vamos, uno de esos lugares que merece la pena visitar si eres un amante de la gastronomía. Lo vimos desde el barco pero no nos dio tiempo a acercarnos en persona.
SUPERKILEN
Una visita un tanto alejada y que tuvimos que sacrificar por el temporal, fue Superkilen.
Este es un parque público en el distrito de Nørrebro. El parque está diseñado para reunir a inmigrantes y locales, promoviendo la tolerancia y la unidad en una de las comunidades con mayor diversidad étnica y desafíos sociales de Dinamarca.
Hay lugares del parque muy fotogénicos y, si no hubiera hecho tanto frío nos habría encantado sacarnos un buen reportaje allí con la peque.
CASTILLO DE FREDERIKSBORG
Este castillo fue el motivo por el que alquilamos un coche para un día. No queríamos perdernos el castillo más grande de Escandinavia, el «Versalles danés». Esta era una visita imprescindible en nuestro viaje a Copenhague.
Al ir con la peque y estar nevando, la opción del tren (que te lleva hasta Hillerød en una hora aproximadamente y después simplemente hay que caminar unos 20 minutos) no la veíamos viable. Íbamos a perder mucho tiempo y anocheciendo tan pronto, con nieve y la niña, no era una buena opción. Fijaros cómo estaba Hillerød.
Estuvimos también valorando contratar este tour que te lleva cómodamente al castillo y tiene muy buenas opiniones, pero no había disponibilidad el día que queríamos.
Por eso, recurrimos al plan B y alquilamos el coche.
Os dejo las tres opciones para que vosotros decidáis la que más se adapta a vuestra situación y tiempo.
¿Mereció la pena? Ya os adelanto que sí, fue una visita que nos encantó.
Llegamos al parking del castillo y, previo abono de la tarifa de parking, nos dirigimos a la entrada del castillo.
El temporal había dado una tregua y el paisaje, con todo nevado y el castillo asomando, era una auténtica preciosidad. Además estábamos casi solos.
Antes de entrar decidimos dar una vuelta por los alrededores del castillo.
Los jardines sin nieve (por las fotos que he visto) son una preciosidad y hay unas panorámicas preciosas, pero en nuestro caso, con la nieve no pudimos verlos. Si volvemos a Copenhague no me importaría pasarme por aquí de nuevo (aunque no entremos ya en su interior) para verlos.
Pese a eso, el ver el lago congelado, y a nuestra peque disfrutar tanto con la nieve y los patitos que había en el trocito de lago sin hielo, ya hizo que mereciera la pena el paseo.
También deslució el hecho de estar una parte del castillo en obras, con andamios, por lo que las fotos no fueron todo lo que yo esperaba. Por eso, después de unas cuantas guerras de bolas de nieve decidimos volver sobre nuestros pasos y comenzamos la visita del interior del castillo.
Os dejo el enlace a su página web para que veáis precios de las entradas, horarios e información del castillo.
CONSEJO PAPIS VIAJEROS: No puedes acceder con el carro de bebé al interior del castillo y tienes que dejarlo al lado del acceso a los baños (a cubierto). Tienen sillas de paseo de cortesía por si se quieren usar. Nuestra peque dijo que en esas sillas no se montaba, por lo que toda la visita con ella en brazos. La parte buena es que hay ascensores para poder ahorrarnos algunas escaleras.
La fuente de Neptuno y la Torre del Reloj nos recibían en la entrada.
El Castillo de Frederiksborg se construyó en la época de Christian IV, entre 1560 y 1630, como residencia real y fue restaurado tras el incendio que sufrió en 1859. Alberga el Museo de Historia Nacional de Dinamarca desde 1878.
El fabricante de cerveza, J.C. Jacobsen, del que ya os he hablado anteriormente con la estatua de La Sirenita, fundó este museo como un ente especial de la Fundación Carlsberg.
Uno de los puntos más espectaculares y llamativos del castillo es La Capilla, utilizada para las coronaciones de todos los reyes daneses desde 1671 hasta 1840(menos Christian VII).
En la capilla se encuentra uno de los órganos en funcionamiento más antiguos de Europa. Fue la única estancia que no se dañó con el incendio de 1859 y te deja con la boca abierta, es una auténtica maravilla.
Por cierto, el órgano lo estaban tocando y, aunque no soy experta en el tema, no sonaba muy bien. Terminamos con la cabeza loca ja ja ja.
La Rosa o Sala de Caballeros es otra de las salas más notorias. Con su suelo de mármol y su techo de entramado de oro te saca un guauu aunque ya hayas visto en tu vida viajera otros castillos.
Esta sala se utilizaba como sala de banquetes para recibir a los nobles de la corte. Y que decir de poder tenerla casi para nosotros solos. Un auténtico lujazo.
La Sala de Ceremonias, la Sala de Audiencias o la Recámara de la Reina son otros de los puntos más destacados.
También se puede ver en el recorrido numeroso mobiliario de la época, pinturas, retratos y muchos objetos que reflejan la gran pomposidad de los principios del absolutismo.
En la tercera planta se puede ver la historia de los siglos XX y XXI a través de retratos, pinturas históricas y muebles de la época.
Si os preguntáis por qué elegimos este castillo y no el Castillo de Kronborg la respuesta es fácil. Pese a que este último es muy famoso por ser el castillo en el que William Shakespeare se inspiró para ambientar una de sus obras más famosas: Hamlet sus interiores dejan mucho que desear. Y cuando ya has visto castillos tan espectaculares como los del Valle del Loira, o todos los que tenemos en España, ir a ver un castillo tan «sosito» robándole tiempo a otras visitas más interesantes no nos parecía la mejor decisión. Pero si no es vuestro caso, os gustan mucho los castillos y al ver fotos os apetece visitarlo, apuntadlo.
Lund y Malmö son también otras visitas típicas para hacer desde Copenhague, pero nosotros no contábamos con tantos días, por lo que las haremos cuando conozcamos Suecia. En este tour se ven las tres cosas en un día.
Y por último, otra excursión habitual cuando se visita es Copenhague es ir a la preciosa ciudad danesa de Roskilde, famosa por su Museo de Barcos Vikingos. Aquí hubiéramos ido sin dudarlo al salir de la visita del castillo de Frederiksborg, pero el museo se encontraba cerrado por restauración. Una pena… Si quisierais hacer esta visita en excursión organizada y no por libre (también se llega en tren desde Copenhague) os dejo el enlace para reservarla.
Y hasta aquí nuestro paso por este frío rinconcito del mundo en época navideña que tanto nos ha gustado. Espero que a vosotros también. ¡Farvel København!
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¡Salud viajeros!