Budapest se ha convertido en una de mis ciudades favoritas de Europa. El esplendor que tuvo la capital de Hungría en el siglo XIX se sigue palpando en sus edificios, avenidas y cafés literarios.
Y si a esto le sumas verla con preciosos mercados navideños, llenos de adornos, vino caliente, kürtőskalács y un ambiente único, el mix ya es de matrícula de honor.
No en vano, los mercados navideños de Budapest siempre figuran en la lista de los mejores mercados europeos, y en las primeras posiciones. No me extraña.
Una ciudad que me sorprendió y superó todas mis expectativas y a la que estoy deseando volver para tachar de la lista lo que nos quedó pendiente.
¿Nos ponemos el gorro y la bufanda y descubrimos Budapest en navidad?
CUANDO IR
Como os he comentado en la introducción, nuestra visita a Budapest fue en época navideña, concretamente a finales del mes de noviembre. Es una época mágica y todo luce precioso.
Además, los precios de los alojamientos son muy económicos. En resumen, uno de los mejores momentos para conocer la ciudad.
Eso sí, hace frío e incluso puede nevar (lo que lo puede hacer aún más especial pero también más farragoso para moverse por la ciudad).
Por ello hay que ir abrigado y sabiendo que nos puede tocar lluvia, nieve o un sol espléndido.
Os recomiendo ir nada más abrir los mercadillos y no esperar, por ejemplo, al puente que tenemos en España en diciembre, ya que hay más gente.
Pero si no sois unos amantes de la navidad, o queréis visitar Budapest fuera de estas fechas, la primavera y el otoño serían las mejores épocas para conocer la ciudad.
Meses como abril, mayo, septiembre u octubre son ideales. En estos momentos las temperaturas son suaves, hay menos turismo y los precios de los alojamientos son más económicos.
El verano en Budapest recibe a los turistas con calor, pero también con aglomeraciones en los lugares más turísticos y precios más elevados. Tenedlo en cuenta si vais en este momento. No es la mejor época, pero, si solo tenéis vacaciones en estos meses para nada descartaría el viaje. El tiempo será perfecto, es la parte buena.
DATOS PRÁCTICOS
– Ruta: Nuestro paso por Budapest fue parte de una ruta de dos semanas en las que recorreríamos esta ciudad, Viena y Praga para empaparnos del ambiente navideño en tres de los mejores lugares de Europa en estas fechas.
A Budapest le dedicamos cinco noches y fue nuestra primera parada. Viajamos con nuestra peque ( de 11 meses en ese momento) por lo que las visitas las hicimos de forma más pausada.
Además, al ir en invierno, las pocas horas de luz también hacían que no pudiéramos dedicar más horas a recorrer la ciudad. Aunque los mercadillos navideños de noche eran muy especiales, por lo que no penséis que a las seis de la tarde estábamos ya en el apartamento jejeje. Pero bueno, con más horas de luz o sin un bebé, es una ciudad que se puede ver en tres días completos perfectamente.
La distribución de las visitas la hicimos de la siguiente forma:
- Madrid-Budapest
- Parlamento de Budapest- Parque del Memorial de la Guerra Soviética- Basílica de San Esteban- Fashion Street-Plaza Vörösmarty
- Plaza de los Héroes- Castillo de Vajdahunyad -Casa de la Música-Museo Etnográfico- Baños Széchenyi (no entramos)- New York Café
- Bastión de los Pescadores-Castillo de Buda-Zapatos- Avenida Andrassy- Parlamento-Mercado Basílica San Esteban
- Gran Sinagoga-Barrio Judío- Gerbeaud Café- Váci Utca-La Princesita-Puente de la Libertad-Mercado Central-Puesta de sol en el Danubio
- Budapest-Viena
– Vuelo: Volamos con Iberia en vuelo directo desde Madrid. Pero en este caso, no era un vuelo de ida y vuelta, ya que la vuelta la haríamos desde Praga, el último de nuestros destinos.
– Traslado desde el aeropuerto: El Aeropuerto Internacional de Budapest está situado 16 kilómetros de la ciudad y tiene muy buena conexión con el centro en transporte público.
La opción más popular es coger la línea de autobús 100E, que conecta el aeropuerto con el centro de Budapest en 40 minutos.
Tenéis información de horarios y precios en esta web de forma actualizada. Los billetes se compran en las máquinas o en los mostradores de información.
Después, desde la parada del autobús en el centro de Budapest deberéis coger el metro u otro autobús hasta vuestro alojamiento (si es que este se encuentra lejos para ir andando con las maletas).
Nosotros, al ir con la niña, optamos por la opción más cómoda: reservar un traslado privado.
Nos estaban esperando con un cartel a la salida de la terminal y nos pusieron la sillita del coche para nuestra peque.
El conductor muy amable, hablaba inglés y fue todo perfecto. En media hora estábamos en el apartamento, incluso se ofreció a ayudarnos a subir las maletas. Recomendable 100%.
Lógicamente, es una opción mucho más cara, pero en nuestro caso, la comodidad de no cargar con maletas, cochecito y bebé por autobuses y/o metros valía oro.
Si reserváis desde el enlace que os he puesto con mi código personal, a vosotros no os costará nada y a mí me ayudáis con el mantenimiento del blog (al igual que el resto de tours o excursiones). Os lo agradezco muchísimo.
Otra opción es descargaros la app Bolt, que es el equivalente a Uber en Budapest. Es una compañía de taxis autorizada en Hungría, por lo que es de confianza.
No la usamos para el trasladado desde el aeropuerto, pero sí para ir a diferentes puntos de la ciudad, y fue todo muy bien salvo en un momento.
Y es que en el traslado a la estación de tren para ir a Viena estaban TODOS los blots ocupados. Esperamos media hora, tres cuartos de hora y nada, ningún bolt disponible.
En la calle no había taxis libres y ya sin poder esperar más tuvimos que irnos corriendo al metro, bajar las maletas, la niña, el carro, en definitiva, todo a cuestas (no había ascensor) y con un agobio considerable, llegar a la estación de tren.
Menos mal que se ofrecieron a ayudarnos personas que estaban en el metro porque imaginaros el panorama.
Por eso, si optáis por el metro, chequead la accesibilidad en las paradas que vayáis a utilizar cuando llevéis carrito y maletas. Fue una odisea ir con las maletas y el carro por las escaleras y después por las escaleras mecánicas que van a mil por hora. Y eso que nuestro carro no pesa ni 6 kg y se pliega y se puede llevar colgado al hombro, pero eso más bebé, su bolsa y las maletas: HORROR.
CONSEJO PAPIS VIAJEROS: Es por eso que para los momentos importantes y si vais con bebés pequeños, no os recomiendo arriesgaros. Se gana en salud el tener estas cosas atadas con anticipación. El traslado privado es la mejor opción.
– Visado: Los ciudadanos de la Unión Europea no necesitamos tramitar ningún visado para acceder al país. Con presentar el DNI en vigor es suficiente (aunque nosotros también llevamos el pasaporte).
Si no pertenecéis a la Unión Europea, consultad los requisitos y trámites.
– Moneda: La moneda de Hungría es el florinto (HUF) , por lo que ojo que no podréis usar euros pese a ser un país de la Unión Europea. Nosotros llevamos algo de dinero en efectivo cambiado desde España y ya en destino pagamos todo lo que pudimos con la tarjeta N26 o Revolut. Son las dos tarjetas que usamos en nuestros viajes a zonas no euro por el buen cambio y la ausencia de comisiones.
– Seguro: En este viaje decidimos contratar el seguro Iati Escapadas porque era el que más se ajustaba a nuestras necesidades.
Aunque llevábamos la Tarjeta Sanitaria Europea, preferimos ampliar las coberturas con un seguro privado, ya que no todas están cubiertas con la TSE.
La salud es lo más importante y es donde no se debe escatimar. Debería de ser un elemento imprescindible en todos los viajes.
Además, en Budapest nos llevamos un buen susto porque nuestra peque se puso malita. Tenía fiebre, descomposición y no paraba de llorar. Nos entró el pánico porque no la calmábamos con nada y no sabíamos qué hacer. Yo hasta pensé en coger un avión de vuelta a España. La peque tenía solo 10 meses y pensar que le podría pasar algo… buf.
Llamamos a Iati, nos tranquilizaron y nos explicaron los hospitales a los que podíamos llevarla y cómo debíamos proceder. Esto que parece una tontería en ese momento fue clave. Nunca nos había pasado y el susto fue curioso.
Por suerte llevábamos paracetamol de bebé en el equipaje y se le pasó la fiebre en un día y como si nada… Los niños son increíbles.
Si accedéis a través de este enlace o pincháis en la foto, tendréis un 5% de descuento por ser lector de fotografiandoelmundo.es.
– Hotel: Al ir con la peque optamos por reservar un apartamento en vez de un hotel. Así teníamos cocina para prepararle su comida y podíamos desayunar y cenar tranquilamente allí si no nos apetecía hacerlo fuera o si nevara por ejemplo y se complicara el salir.
Además, tendríamos más espacio para que ella gateara porque sí, ya estábamos en esa fase donde no le gustaba estar en un espacio pequeño durante mucho rato.
El apartamento elegido fue el Synagogue Apartment Dohány, un apartamento con las tres B: bueno, bonito y barato.
Muy auténtico, con ascensor, amplio, luminoso, bien decorado y situado justo delante de la Gran Sinagoga de Budapest, en pleno barrio judío.
Pudimos ir andando a muchos puntos turísticos (la Basílica de San Esteban está a 13 minutos andando y el Mercado Central a 15, por poner dos ejemplos) y para otros teníamos la parada de metro Astoria a pocos metros del apartamento. También había un supermercado cerca, el City Spar, que aunque pequeño y un poco agobiante para ir con un carrito, nos hizo la función.
Laszlo, el propietario, encantador y hablaba muy bien inglés. Nos dejó cuna y trona para nuestra peque. Cafetera con cápsulas para todos los días, plancha, microondas, en resumen, muy completo y muy recomendable.
Alucinamos con los pasillos que tuvimos que recorrer hasta llegar al apartamento. Era como estar en un edificio de la peli Unorthodox, auténtico a más no poder. Y normal que no nos dejara las llaves en un cajetín, porque encontrar el apartamento en ese laberinto no hubiera sido fácil. Si vais ya me lo contaréis.
Muy importante reservar el alojamiento con anticipación si vais en temporada alta. Budapest es una de las ciudades más visitadas de Europa, por lo que ojo con esto.
Valoramos también el alojarnos en la parte de Buda, para tener cerca a horas «poco comunes» (es decir, amanecer) dos lugares top de Budapest: El Bastión de los Pescadores y El Parlamento de frente desde este lado del río, pero las obras en el Puente de las Cadenas hacían que los traslados fueran más engorrosos y largos para acceder a la zona de Pest. Pero ahora que ya está el puente reformado es una zona también a valorar.
– Internet: En Budapest teníamos roaming con nuestra compañía, por lo que no nos hizo falta comprar ninguna tarjeta de datos extra. Si no es vuestro caso, miradlo, ya que tener datos fuera del free wifi es muy importante para poder localizar todos los puntos a visitar, restaurantes, etc.
– Electricidad: En Hungría el voltaje es de 230 V y los enchufes son de tipo F, es decir, como en España, por lo que no es necesario llevar adaptadores. Si viajáis desde fuera de España mirad la compatibilidad.
– Equipo: La ropa que metáis en la maleta dependerá de la época del año en la que vayáis, ya que no es lo mismo visitar Budapest en navidad que ir en verano.
Nosotros fuimos a finales de noviembre y lógicamente llevamos ropa de abrigo.
Gorro, guantes, bufanda, ropa térmica, un buen plumas y unas buenas botas fueron fundamentales para no pasar frío en todas las horas que estuvimos en la calle.
Un paraguas también es imprescindible y ¡un bañador, toalla y chanclas! Sí, leéis bien. Mezclo bufanda con un bañador, pero esto último os hará falta si vais a los famosos balnearios que hay en la ciudad.
El equipo fotográfico habitual: cámara con tres objetivos y trípode para fotografiar el Parlamento al atardecer y en la hora azul.
CONSEJO PAPIS VIAJEROS: El frío y el viento (frío también) hizo que nuestra peque tuviera los papotes todos rojos, con la piel seca y muy tirante. Y veíamos que cada vez iba a más.
Fuimos a una farmacia y nos dieron una crema especial para proteger la piel del frio (Avéne cold cream). En un par de días se le quitaron las rojeces. Llevadla en el equipaje para no perder tiempo con esto si tenéis un peque con piel sensible y vais en esta época a Budapest.
– Comida: La oferta culinaria de Budapest se ha ampliado muchísimo en los últimos años y, aunque siempre recomiendo probar los platos tradicionales, también hay restaurantes vegetarianos, japoneses, etc. Os destaco algunos de los platos más típicos.
El goulash o gulyás es el plato nacional de Hungría y el más conocido. Es una sopa densa con trozos de ternera y verduras que apetece muchísimo en los días fríos.
El csirkepaprikás es pollo guisado con paprika y nata ácida, además de verduras como cebolla, pimientos verdes y tomates.
Langos: Es un pan frito que se come caliente y suele ir acompañado de queso, jamón york, mantequilla con ajo, etc, es al gusto. Una especie de pizza, vamos. En los puestos de los mercadillos de navidad o en el mercado central de Budapest los podréis probar.
Rakott krumpli, una especialidad a base de capas de patata en rodajas, huevo, salchicha o bacón, nata ácida y paprika, todo horneado a modo de pastel de patata. Se puede servir acompañado de remolacha u otras verduras encurtidas.
La lászlé es una sopa de pescado de río, tomate, pimientos verdes y páprika.
La palacsinta es la versión húngara de nuestros crepes. Si queréis probar la versión tradicional deberéis pedirlos rellenos de mermelada, queso dulce o jarabe de chocolate.
Y como siempre, después de todos los datos viene lo mejor ¡el detalle de las visitas que hicimos en Budapest! Allá vamos.
Día 1: España-Budapest
Comenzaba nuestro primer viaje navideño. El primero de muchos (espero) como familia.
No os puedo negar que los nervios estaban muy presentes.
Nuestra peque no tenía ni un año todavía y aunque ya habíamos viajado con ella a Lanzarote, Londres, Oporto y Francia (en una ruta de dos semanas muy troteras en verano) ahora era diferente.
Este viaje era en pleno invierno, nos moveríamos en tren, con una niña que ya gateaba y estábamos con comida complementaria, no solo leche. Y como todo lo desconocido, asusta y más cuando se trata de una pequeña personita que depende de ti. Pero ya os adelanto que, con paciencia, humor y flexibilidad se logra todo. Porque viajar con un bebe se puede, no es lo más cómodo ni lo más fácil, pero se puede y es muy muy gratificante.
El control en Madrid fue muy sencillo. Hay una cinta dedicada especialmente para familias, por lo que las quince bandejas con botas, plumíferos, carros y comida de la peque las pasamos con tranquilidad sin entorpecer a nadie, porque todos estamos igual ja,ja,ja.
El vuelo fue perfecto y la peque se portó muy bien.
Llegamos a Budapest a las tres de la tarde, recogimos las maletas y salimos en búsqueda de nuestro conductor, que previamente nos había wasapeado para saber si ya habíamos aterrizado o no.
Como os he comentado en el apartado de «Datos Prácticos», optamos por reservar un traslado privado con Civitatis. Recomendable 100%, muy cómodo al ir con la niña, con sillita para el bebé incluida.
Mientras llegábamos al centro de Budapest veíamos como iba anocheciendo. En noviembre a las cuatro de la noche ya no hay luz, hay que tenerlo en cuenta.
Aparcó delante del portal de nuestro apartamento y nos despedimos.
Allí teníamos que esperar a Laszlo, el propietario que nos llevaría hasta nuestra casa para las próximas cuatro noches: Synagogue Apartment Dohány. Y nos preguntamos, ¿por qué no nos habrá dejado las llaves en un cajetín con un código como en otros alojamientos?
Cuando subimos al apartamento lo entendimos: aquello era un laberinto de pasillos.
Al estar en pleno barrio judío el edificio era muy auténtico. Sofás en los pasillos, rejas, un patio interior. Flipamos en colores, mirad las fotos.
El apartamento era una monada, reformado con muy buen gusto y amplio.
Tenía cuna y trona para nuestra peque, una cocina muy bien equipada y un baño pequeño pero muy apañado. Y la calefacción funcionando a tope, que con el frío que hacía como para estar sin ella.
Y que decir de las vistas a la Gran Sinagoga ¡preciosas!
Ese día entre instalarnos e ir a comprar suministros para los desayunos y comidas de nuestra peque (para hacerle purés) decidimos no salir. Así descansábamos y empezaríamos las visitas al día siguiente con fuerzas.
Por cierto, hay un City Spar muy cerca del apartamento, con todo tipo de productos y que cierra a las nueve de la noche. Eso sí, es un poco agobiante porque los pasillos son muy estrechos y siempre está a tope.
Día 2: Parlamento de Budapest- Parque del Memorial de la Guerra Soviética– Basílica de San Esteban– Fashion Street–Plaza Vörösmarty
Amanecer y ver estas vistas al retirar las cortinas ¡no tiene precio! Lo que me gusta a mi un apartamento/hotel con vistas je,je,je.
Desayunamos, metimos la comida de la peque en el termo y ¡a descubrir Budapest!
La primera parada la teníamos muy clara. Había que aprovechar que la previsión para las próximas horas era muy buena (pese a que había estado lloviendo) para ver el Parlamento de Budapest. Un lugar que tenía muchísimas ganas de ver con mis propios ojos y, como no, fotografiarlo. Y es que el Parlamento de Budapest no es solo la cámara legislativa húngara, es uno de los edificios más bonitos de Budapest, y me atrevo a decir, que de Europa.
La visita al interior del Parlamento la llevábamos reservada previamente desde España para el tour en español. No se puede visitar por libre, tiene que ser obligatoriamente en visita guiada y a las horas que marcan.
La reserva la hicimos directamente en su página web oficial para así asegurarnos la entrada, ya que, pese a no ir en temporada alta, siempre nos gusta llevar todo atado cuando se trata de una visita de las imprescindibles.
Si no lo hicierais así, podéis acercaros a las taquillas y ver en que horarios hay plazas libres para comprar las entradas Pero ojo, que puede no haber o haber en idiomas que no entiendas ni papa. Yo no me arriesgaría y las reservaría antes de ir.
Y si además de ver el interior del parlamento, os gustaría hacer un tour por el exterior con un guía que os lo cuente todo, todo y todo, podéis reservar este tour que tiene muy buenas opiniones. También está la opción del típico free tour para conocer la ciudad sin incluir la entrada al Parlamento. Los free tours siempre son una opción muy recomendable para tener una primera toma de contacto con la ciudad.
CONSEJO PAPIS VIAJEROS: Al ir con un bebé (menores de 6 años indicaban) la reserva no se puede hacer directamente en la web, ya que hay que obtener un «family ticket». Para ello tenéis que enviar un email a tourist.office@parlament.hu indicando el día y hora que se desea, las personas que haréis la visita (con la edad del niño o meses del bebé) y ellos te contestan con la confirmación.
El día de la visita deberéis recoger los tickets mínimo 20 minutos antes y pagarlos (los menores de seis años entran gratis). La entrada es subterránea (hay ascensor para bajar con el carrito de bebé) y está en uno de los laterales del Parlamento. La visita dura aproximadamente 45 minutos.
Como siempre os digo con estas cosas, chequead todo esto en su web por si hubiera cambiado.
La visita al interior del Parlamento empezó puntual.
Pasamos el escáner los primeros al ir con un bebé y sorprendentemente nos dejaron entrar con el carro para hacer la visita más cómoda. Recogimos nuestras audioguías y nos acompañaron hasta un ascensor antiguo chulísimo.
Sí, nosotros no teníamos que subir las escaleras como el resto de las personas del tour (aunque la parte mala es que nos perdimos la escalera dorada, que como su nombre indica está chapada en oro y es la primera visita).
El ascensor era de madera y tenía hasta un asiento de terciopelo rojo para no cansarte en el ascenso. Ascensor que según nos comentaron, es el que utiliza la «gente importante» en el Parlamento y claro, nosotros, ja,ja,ja. También facilitan el uso del ascensor a personas con problemas de movilidad. En la foto es la puerta que aparece a mano derecha.
Y comenzamos a alucinar desde el minuto uno de la visita ¡Qué pasada de interior! Y eso que durante el recorrido solo te muestran una ínfima parte de lo que hay en él. Su interior incluye 10 patios, 13 ascensores, 27 puertas, 29 escaleras y 691 habitaciones. Ahí es nada.
Durante el recorrido visitamos:
–El salón de la Cúpula: Es el lugar donde se encuentra la Corona de San Esteban, el símbolo nacional más importante del país y una de las coronas más antiguas de Europa.
La sala es una preciosidad. Su techo abovedado está repleto de vitrinas y los 16 nervios terminan en pilares decorados con los diferentes reyes húngaros, entre ellos, Esteban I, primer rey de Hungría. No están permitidas las fotos por la importancia de lo que allí se exhibe.
El Cetro (del s. X y hecho en Persia), la espada ceremonial (s. XV) y un Orbe (1301) acompañan a la famosa corona (s. XII) de dos piezas, con una cruz ladeada, colgantes y placas esmaltada de los apóstoles en la banda. Perteneció a Esteban I y es la única en la actualidad calificada como un «atributo sacro».
Nos contaron, entre otras curiosidades, que la corona había desaparecido en multitud de ocasiones, pero que siempre terminaba apareciendo.
–La Gran Escalera: Impresionante esta escalera rodeada de columnas de granito bermejo de 6 metros de altura y un peso de 6 toneladas, que se alternan con las de piedra, y custodiada en su parte alta por tres pinturas de Károly Lotz. Es simplemente espectacular.
–Salón de la Cámara de los Pares: Un salón decorado con coloridas esculturas y una preciosa alfombra azul.
–Cámara de los Pares: Otra sala espectacular con forma de herradura. Tiene paneles chapados en oro, una galería de varios pisos y una estética preciosa.
–Sala Béla Neÿ: El tour finaliza en esta sala, donde se expone una maqueta del Parlamento y paneles interactivos con otras partes no visitables y curiosidades varias.
Terminada la visita (confirmando que las expectativas se habían cumplido y que es un imprescindible en Budapest) decidimos dar una vuelta para poder admirar su exterior.
CONSEJO PAPIS VIAJEROS: En los baños que hay en la entrada tienen cambiador de bebés, aprovechad a hacer el cambio de pañal allí.
El Parlamento de Hungría se extiendo 268 metros a lo largo del Danubio y tiene perspectivas preciosas (la mejor llegaría al atardecer, pero eso os lo cuento luego).
Merece muchísimo la pena rodearlo, es un no parar de sacar fotos.
Y que me decís de esta estampa con el tranvía y el lado de Buda.
Y el tranvía con una de las fachadas del Parlamento. Mucho juego dan los tranvías.
Podría haber estado todo el día sacando fotos al Parlamento, de verdad, el edificio es espectacular, pero espectacular con mayúsculas.
Empezábamos a tener «gusanillo» por lo que decidimos ir al Mercado de Navidad de la Basílica de San Esteban, pero antes, por el camino, hicimos algunas visitas.
La primera fue el Parque del Memorial de la Guerra Soviética, donde se encuentra la estatua de Ronald Reagan con una perspectiva muy bonita del Parlamento. Pena que pillamos obras y no lucía como esperábamos.
La plaza está rodeada de edificios preciosos y con el sol y los colores de los árboles, lucía muchísimo.
También nos acercamos a ver la bonita fachada del Tesoro del Estado Húngaro y se nos pasó ver la Estatua del Policía Húngaro (para otra ocasión, pero apuntadla que está gracioso).
Y desde aquí ya fuimos directos a la Basílica de San Esteban. Desde lejos prometía el lugar… Mirad que panorámica.
Son esas panorámicas en las que no me resisto a cambiar el objetivo y poner el tele.
Cuando llegamos a la entrada del mercado situado en la plaza de la Basílica de San Esteban alucinamos ¡pero qué bonito!
Que bonita la basílica, que bonitas las casetas navideñas, que pintaza tenían las chimeneas… Y claro, teníamos que probarlas, era imposible resistirse a ese olor y encima teniendo hambre.
Os adelanto que aquí fue donde probamos las mejores chimeneas de todo nuestro viaje. No las superaron ni las de Praga ni las de Viena, las mejores las comimos aquí sin duda alguna.
Mirad además la proporción, eran enormes, nada empalagosas, vamos, que lo estoy escribiendo y se me está haciendo la boca agua. En la siguiente foto veis mi mitad, pero en la de arriba las podéis ver «al completo».
Dimos una vuelta por todo el mercado, comimos en los puestos de allí y sacamos algunas fotos.
Este mercado navideño es una maravilla, no paramos de sacar fotos. No me extraña que siempre salga en la lista de los mejores mercados navideños de Europa como os decía al inicio del post.
Al ir en estas fechas anochece muy pronto y viendo la hora que era decidimos ir a sacar los tickets para ver la Basílica por dentro y subir a ver el atardecer a su cúpula.
La Basílica de San Esteban es la iglesia católica más sagrada de todo Hungría y por ello, alberga en su interior una reliquia muy preciada: la mano derecha momificada del rey San Esteban. Esta reliquia se encuentra en la Capilla de la Santa Diestra, detrás del altar y a la izquierda.
Pero sin duda alguna, lo que más llama la atención de la basílica es su impresionante cúpula de 96 metros de altura, desde donde se tienen unas impresionantes vistas de Budapest.
La basílica fue terminada en 1905 después de 54 años de construcción. Los retrasos en las obras se debieron a que la cúpula tuvo que ser demolida en 1868 y reconstruida.
La fachada principal cuenta con dos torres gemelas a modo de campanarios. En la torre derecha se encuentra la campana más pesada (con nueve toneladas de peso) y grande de Hungría. La anterior, de 8 toneladas, fue fundida durante la II Guerra Mundial.
El interior nos gustó mucho. Fue construida bajo los cánones del estilo Neoclásico, con planta de cruz griega y su decoración se basa en pinturas, placados de mármoles y jaspes, relieves y esculturas. De entre las obras de arte, destacan las estatuas de Alajos Stróbl y la pintura de Gyula Benczúr, San Esteban pide la protección de la Virgen para el país.
Gracias a su acústica, en su interior se pueden disfrutar de conciertos de órgano. Nos habría encantado asistir a uno.
Si os gusta la idea, podéis reservar las entradas para escuchar un concierto de órgano eléctrico desde aquí. No siempre hay opción a ello, chequead fechas.
Para la cúpula solo saqué ticket yo. Con la peque no queríamos subir porque el frío era considerable y arriba teníamos que esperar al atardecer. Además, tendríamos que subir con el carro plegado a cuestas por las escaleras (hay un primer tramo accesible en ascensor, pero después son escaleras).
Alrededor de la cúpula principal de la Basílica es donde han creado la terraza, el mirador más alto de Pest con una panorámica de 360 grados de toda la ciudad. Y vaya con las vistas, eran impresionantes.
Mucho frío, eso sí, pero aguanté como una jabata hasta el atardecer para poder presenciar esta maravilla.
Los colores dorados dieron paso a los morados y tanto el Parlamento como el Castillo de Buda se iluminaron. ¡Zas! vaya fotones, y en directo es aún mejor. Una auténtica pasada.
La Iglesia de Matías también estaba iluminada, y con el teleobjetivo podía ver a toda la gente que estaba en la zona del Bastión de los Pescadores admirando la puesta de sol. Estaba a tope, y no me extraña, porque es otro de los miradores top.
La noria también se merecía una fotillo, aunque todas las miradas estaban puestas en los enclaves que os he mostrado antes.
Además, el poder ver el mercado navideño de la plaza desde las alturas me encantó.
Estuve esperando, ya de noche, a ver si encendían el árbol para fotografiarlo, pero pasaban los minutos y nada. Y tenía a mi marido y a pollito esperando, por lo que decidí bajar. Y menos mal, porque tardaron un montón en encenderlo.
Una vez encendido lo fotografié, pero desde abajo.
Y después de esta visita tocaba ir a cenar. Y la cena de hoy prometía porque era en uno de los restaurantes más recomendados de Budapest para probar la cocina local: Hungarikum Visztro.
La reserva la hicimos desde España porque es un local que suele estar a tope. De hecho, mientras esperábamos a que nos prepararan la mesa, no hacía más que llegar gente que se tenía que dar la vuelta al decirles que estaban completos para esa noche y para las siguientes. Podéis hacer la reserva cómodamente desde su página web.
PAPIS VIAJEROS: En el restaurante nos pusieron trona para la peque y en el baño hay cambiador, por lo que sin problema. Además, las camareras fueron muy cariñosas. Le dejaron varios coches para jugar y estuvieron en todo momento pendiente de ella. Es lo que tiene viajar con una muñeca de 10 meses tan adorable.
Para la cena optamos por pedir codillo y goulash para compartir.
Tenemos un buen saque si, cena potente donde las haya.
Y estaba de muerte, sobre todo el goulash, con el frío entraba que daba gusto, muy rico.
De postre optamos por una tarta de manzana con salsa de vainilla que también estaba muy rica, pero esta vez fue para compartir porque no podíamos comer más.
Un restaurante muy recomendable en todos los sentidos.
Nos despedimos de las camareras, que habían sido un encanto durante toda la comida y pensamos si irnos ya al apartamento o apurar un poco más el día/noche.
Optamos por esto último y, aprovechando que la peque estaba dormida en el carrito, fuimos caminando hasta Fashion Street para verla iluminada.
La decoración no nos defraudó. Es una calle muy bonita, con mucho ambiente y que además tiene muy cerca otro mercadillo navideño: el de la Plaza Vörösmarty.
Dimos una vuelta por el mercado y ya si que pusimos rumbo al apartamento.
Tocaba descansar y entrar en calor. Con la imagen de la noria de Budapest despedíamos un día redondo.
Día 3: Plaza de los Héroes- Castillo de Vajdahunyad -Casa de la Música-Museo Etnográfico- Baños Széchenyi– New York Café
Hoy el día amanecía mucho más nublado y frío. Y, como os he adelantado al inicio, nuestra peque se puso mala y pasamos una noche horrible.
Ahora por la mañana estaba más tranquila (y nosotros también) pero seguía teniendo algo de fiebre, por lo que nos preparamos el desayuno con tranquilidad y decidimos qué hacer. Al final optamos por ir yo sola a hacer algunas visitas mientras mi marido se quedaba con la peque en el apartamento para ver cómo evolucionaba.
Me enfundé en capas de ropa y salí del curioso edificio. Me seguía sorprendiendo dónde nos estábamos alojando. Cerraba la puerta de casa, una verja, luego otra verja y empezaba el laberinto de pasillos de película total.
La primera visita del día era la Plaza de los Héroes, la plaza más grande y simbólica de Budapest.
En ella se encuentra el Monumento al Milenario, estatuas de los líderes de las siete tribus magiares que fundaron Hungría en el siglo IX y otras estatuas de personajes ilustres de Hungría.
El conjunto es realmente bonito, además, tuve la suerte de ver a los militares haciendo una ofrenda en dicha plaza y los pude fotografiar.
En uno de los laterales de la plaza se encuentra el Museo de Bellas Artes de Budapest, que en ese momento acogía una exposición de El Greco. Una pena no haber podido entrar porque me hubiera encantado verla.
En el otro extremo se encuentra el Museo de Arte Contemporáneo. Al igual que el anterior, me tuve que conformar con ver su preciosa fachada.
Desde esta plaza me dirigí al Castillo de Vajdahunyad, una auténtica preciosidad.
Es un castillo inspirado en la fortaleza de Hunyad en Transilvania, Rumanía, pero con detalles diferentes para así poder reflejar todos los estilos arquitectónicos de Hungría.
Inicialmente se levantó en madera y cartón para la exposición de 1896, pero tuvo tanto éxito que se reconstruyó utilizando piedra y ladrillo. El resultado es lo que vemos hoy en día, una visita imprescindible en Budapest.
Recorrí los alrededores del castillo encontrando la famosa estatua del encapuchado, la llamada Estatua Anónima. Es la imagen de un cronista desconocido de la corte del rey Béla II, autor de los primeros libros históricos sobre los antiguos húngaros, basados en su mayor parte en leyendas.
Los escritores vienen aquí a buscar inspiración y para ello acarician la punta de la pluma de esta estatua. Yo lo hice para inspirarme para el blog je, je, je. También dicen que tocar la pluma o sacarse una foto con él da buena suerte.
En verano leí que se pueden alquilar barcas para recorrer el lago, un plan perfecto si la temperatura acompaña. No era mi caso, por lo que seguí descubriendo los preciosos rincones del castillo de Vajdahunyad .
¿Y me gustó? No, me encantó. Yo creo que con las fotos os habré convencido para que esta sea una visita imprescindible en Budapest.
Muy cerca del castillo está la pista de patinaje más grande de Budapest, que también merece una visita.
Me hubiera encantado calzarme unos patines para disfrutar un ratito del hielo, pero no quería entretenerme más de la cuenta en las visitas. Pollito y maridin me esperaban.
La Casa de la Música y el Museo Etnográfico fueron mis siguientes paradas. Son dos construcciones «modernas» pero que a mí me gustaron, ya que no suponen un desvío importante y son curiosas.
La terraza en forma de U del Museo Etnográfico me pareció muy original. A ver si con las dos fotografías que os enseñó ubicáis dónde está la terraza.
En esta zona se encuentran los famosos Baños Széchenyi, otra de las visitas imprescindibles en Budapest, y que por desgracia tuvimos que anular al estar la peque así (y los días siguientes que mejoró no nos la quisimos jugar).
Estos baños están ubicados en un edificio de estilo neogótico, constan de 15 piscinas interiores y 3 exteriores y allí se puede ver a la gente jugando al ajedrez, una imagen icónica de Budapest.
Os dejo unas fotos de internet para que los veáis. Con nieve tiene que ser una maravilla.
Estar en unas piscinas al aire libre, de agua calentita mientras fuera hace un frío que pela, mola.
Las fotos que habíamos visto nos habían encantado y espero que la próxima vez que volvamos a Budapest los conozcamos.
Si os coincide la visita a esta zona con la hora de comer, yo llevaba apuntado un restaurante con muy buenas opiniones y vistazas: Városliget Café. Además, se puede reservar mesa online.
Daba por finalizada mi visita a esta parte de la ciudad. Ya tocaba volver al apartamento para comer.
La peque estaba mucho mejor, sin fiebre, menos mal… Pero tampoco queríamos llevarla al frío durante mucho tiempo, por lo que después de comer y de la correspondiente siesta optamos por ir a la cafetería más bonita en la que he estado nunca: New York Café.
Había leído que las colas que se forman para entrar son horribles, que te pasas horas esperando. En nuestro caso, no sé si fue porque era pronto, porque hacía mucho frío o por ambas, que no tuvimos que esperar ni en la calle ni nada. Solamente un poco a que nos acomodaran. En temporada alta debe de ser así.
Se puede reservar mesa online, pero solo es para cenar y a partir de las 6 de la tarde, y no era nuestro caso, nosotros queríamos tomarnos algo dulce y ver este icónico café.
El Café New York debe su nombre al edificio en el que se ubica, ya que antiguamente pertenecía a la compañía New York Life Insurance Company. En esta cafetería se reunían escritores, poetas y periodistas de la época. Muchos de ellos pasaban el día en estos cafés y no me extraña.
Nada más entrar nos quedamos boquiabiertos. Aquello parecía la ópera y no una cafetería. Pinturas en el techo, decoración renacentista, camareros de punta en blanco, todo de lujo.
Optamos por pedir un par de chocolates. Vale, que un chocolate en Budapest no cuesta 10 euros y te cobran eso por el sitio en el que estás, pero es que, en mi opinión, merece totalmente la pena. Y además estaba buenísimo.
Nos pusieron en una mesa al lado del piano de cola y hasta pudimos elegir una canción para que tocara el músico. Se la dedicó a nuestra peque, muy majo el señor.
La peque se portó de diez, estaba embelesada con la música y no protestó ni un segundo. Porque ya decíamos: «como paguemos 10 euros y nos toque bebernos el chocolate corriendo porque se pone a montar el número ja, ja, ja»
Disfrutamos mucho de la música, del ambiente tranquilo y de nuestro rico chocolate. Una experiencia 100% recomendable.
CONSEJO PAPIS VIAJEROS: Tienen trona para los peques y el carro lo dejas en un rincón detrás de donde esperas para entrar.
El día ya lo dábamos por finalizado. No queríamos tener a la niña por la calle, por lo que sacrificamos las visitas que teníamos planteadas y nos fuimos al apartamento. Viajar con niños es así, no todo es bonito, también pasan esas cosas y con ellos no puedes arriesgar. Son lo primero.
Día 4: Bastión de los Pescadores-Castillo de Buda-Zapatos- Avenida Andrassy– Parlamento-Mercado Basílica San Esteban
Nuestra peque había pasado muy buena noche y estaba como una rosa, por lo que ¡hoy si podíamos ir a patear Budapest!
Reorganizando agenda, decidimos ir a ver una de las estampas más famosas de Budapest: El Bastión de los Pescadores.
El Bastión de los Pescadores es un lugar muy fotogénico y a la vez muy visitado, por lo que madrugar para poder verlo con tranquilidad y sin gente es clave.
El Bastión de los Pescadores es una terraza de estilo neogótico y neorrománico situada en la ribera de Buda. Las siete torres que forman el conjunto representan a las siete tribus magiares que se establecieron en la cuenca de los Cárpatos en el año 896 (si recordáis os he hablado también de ellas en la Plaza de los Héroes).
En estos pasillos el contraluz para sacar una foto en condiciones era bastante importante (unido al mal tiempo), pero había que tener un recuerdo. Nuestra pobre pequeñita no estaba entusiasmada con las vistas je, je, je.
Esta zona debe su nombre al gremio de pescadores que se ocupaba de la defensa de este tramo de la muralla del castillo.
Por aquí pasamos un buen rato sacando fotos, y es el que el lugar es un locurón fotográfico. Y eso que el día no acompañaba, estaba lloviendo y la nieblilla no dejaba ver las impresionantes vistas que se tienen desde aquí, pero bueno, en estas fechas es de esperar que algún día haga malo. Aun así, fijaros que preciosidad.
Para subir a algunos miradores del Bastión hay que pagar entrada. Como lo visitamos tan temprano no pudimos subir porque estaba cerrado.
También nos faltó acercarnos al bastión al atardecer (lo vimos desde otro punto impresionante, ya veréis) por lo que para la próxima visita a Budapest no nos vamos a perder un atardecer/anochecer aquí. Con sol, claro, que podíamos haber ido al atardecer, pero con todo nublado y a tope de gente no era lo que buscábamos, por eso el ir al amanecer sin las multitudes. Y, con lluvia, también hay estampas bonitas, ya veis.
Y tampoco faltará una copita o una cenita en Halászbástya Étterem, un restaurante impresionante situado en uno de los torreones privados del Bastión, con unas vistas de infarto.
Lo ideal es que todos los días haga bueno para poder sacar fotos al atardecer desde diferentes puntos, pero no tuvimos esa suerte. Tuvimos dos atardeceres bonitos, el que ya habéis visto desde la cúpula de la Basílica de San Esteban y el que veréis más adelante desde la orilla del Danubio, «la foto» de este viaje.
Después de gastar media tarjeta fotográfica en este lugar, entramos a visitar la Iglesia de Matías, que acababan de abrir.
Hay que pagar entrada pero su interior merece muchísimo la pena. En mi opinión, es un imprescindible de Budapest, fijaros lo que os digo.
A estas horas no había grupos organizados y la visitamos con total tranquilidad, lo que sumó muchos puntos a la visita.
El templo de Nuestra Señora (llamado así en honor a la Virgen María, patrona de Hungría) es lo que todo el mundo conoce como Iglesia de Matías. En ella se coronaron a varios reyes de Hungría y el apelativo de Matías se debe a que el rey Matías Corvino se desposó en esta iglesia con la reina Beatriz, en 1474).
Con las fotos ya os podéis hacer una idea de lo que vais a ver, pero en persona os aseguro que os impresionará aún más.
Color por cada esquina, frescos, vidrieras, columnas impresionantes. En resumen, una brutalidad. Yo aluciné.
Por su buena acústica, suele ser habitual que en ella se hagan conciertos de órgano. Si tenéis suerte y alguno coincidiera con vuestro viaje, podéis chequear las fechas aquí.
El exterior de la iglesia también es una preciosidad, con su colorido tejado y la estatua de San Esteban I en la plaza. La verdad es que esta zona es muy bonita y fotogénica.
Os enseño otras dos vistas de la iglesia. Bonita desde todos sus ángulos.
Después de recorrer cada rincón de esta iglesia seguimos caminando bajo la lluvia para ver el Castillo de Buda, donde estaban instalando el mercado navideño de esta zona.
El Castillo de Buda fue la residencia de los reyes de Hungría durante años y es una de las residencias reales más grandes de Europa. Construido durante el siglo XIV en lo alto de la Colina de Buda, fue destruido durante la Segunda Guerra Mundial y reconstruido en estilo neoclásico. Sus vistas son impresionantes, sobre todo en un día soleado y con el puente de las cadenas sin obras. No tuvimos suerte en ese sentido. No todo sale perfecto en los viajes: mal tiempo, obras, son entre otras, cosas con las que hay que lidiar.
Además, en este momento había mucha niebla. Fijaros los edificios del fondo en la foto, cubiertos totalmente. No era la imagen que buscaba desde este punto, pero he de reconocer que la niebla le daba al Parlamento un toque muy bonito.
En el interior del Castillo de Buda se encuentra la Galería Nacional Húngara, el Museo de Historia de Budapest y la Biblioteca Nacional Széchenyi. Nosotros no visitamos ninguno, pero teniendo tiempo o si os gusta su contenido, apuntadlos.
En el patio principal del Castillo de Buda, frente al Palacio Sándor, y cada hora, se puede ver el cambio de guardia. Y, según leí, el cambio de guardia más espectacular es a las 12:00. No nos coincidió y con el frío y el mal tiempo que hacía no teníamos intención de quedarnos allí esperando… Además, toda la zona estaba en obras, por lo que lo dejamos para la próxima visita a Budapest.
La Fuente de Matías es otro de los lugares más visitados de esta zona de Budapest. Y nosotros nos quedamos sin verla porque estaba la calle cortada por las obras. Snif snif.
Esta fuente de estilo romántico, retrata al rey Matías Corvino en una escena de caza. A la derecha aparece Szépllona (la bella Elena).
Según cuentan, Szépllona se enamoró de su apuesto «cazador» que en realidad era el rey Matías. Ella al conocer su verdadera se indignó tanto que se le rompió el corazón y murió. A esta fuente se le suele llamar la «Fontana di Trevi de Budapest». Os dejo una foto de internet.
Nosotros optamos por bajar ya de esta zona pero hay otras visitas interesantes como el Laberinto del Castillo de Buda: 1200 metros de galerías subterráneas, cuevas y sótanos, donde si vais por la tarde haréis la visita con tan solo una linterna, sin luces, alucine. Además, cuenta la leyenda, aquí fue encerrado Vlad Tepes ó Vlad III el Empalador, es decir, el conocido conde Drácula. Con la peque no nos parecía una visita muy adecuada. Una forma muy interesante de conocer la cara oculta de Budapest es con el free tour misterios y leyendas, tiene pintaza.
Muy cerca también se encuentra el Museo Hospital de la Roca, un hospital subterráneo de la II Guerra Mundial y refugio en la Guerra Fría. No permiten la entrada a menores de 6 años, por lo que también lo descartamos.
Y, por último, Várkert Bazár, lugar por donde hubiéramos subido o bajado si el tiempo hubiera acompañado. Estos jardines, con columnas, esculturas y fuentes, además de bonitos, son unos miradores perfectos de la ciudad. También se puede seguir subiendo rodeando la antigua muralla y teniendo vistas del castillo muy diferentes.
Las fotos que vi me encantaron, pero con el día que teníamos, no era la mejor idea. Cuando volvamos a Budapest este paseo no faltará en nuestro itinerario.
También está la opción de hacer un free tour por el castillo de buda o un free tour nocturno con guía en español.
Después de todos estos planes que nosotros no pudimos hacer, decidimos coger el Funicular del Castillo de Buda para bajar.
Es un funicular muy famoso y la verdad es que es muy bonito, tanto por el funicular en sí, como por las vistas que tienes desde él.
Fue construido en 1870 y reconstruido en 1986.
Es un viaje corto y suele haber colas enormes, pero ese no fue nuestro caso, ya que era muy temprano y hacía tan malo que no había nadie. Bajamos solos. Algo bueno tiene que tener el mal tiempo.
¡Ah! Una pastelería que también llevaba apuntada en esta zona era la de Ruszwurm, donde probar el famoso krémes. Ya me contaréis si vais que tal está, porque leímos opiniones tanto positivas como muy negativas y al final no nos animamos.
Y de estar en el Castillo de Buda, a verlo desde la otra orilla, en Pest. Y es que tocaba ir a uno de los lugares más emotivos de Budapest: el monumento conmemorativo «Los Zapatos en la Orilla del Danubio«
Sinceramente, es un lugar que te produce escalofríos, sobre todo cuando ves los zapatos de niños y sabes lo que pasó allí.
Durante la segunda guerra mundial, en 1944. Hitler entró en Hungría. 80.000 judíos fueron expulsados del país y hasta 20.000 de ellos arrojados a las aguas del Danubio. Sí, leéis bien, 20.000 PERSONAS.
En aquella época los zapatos eran un bien muy valioso y por esa razón, antes de arrojarles al río, se les decía que se descalzaran y dejaran los zapatos antes de saltar. Los fusilaban al borde del agua para que sus cuerpos cayeran al río y fueran arrastrados por la corriente.
En la obra hay un tipo de zapato para cada tipo de persona: ancianos, niños, mujeres, hombres… Una historia horrible y escalofriante. No entiendo como había gente haciéndose «selfies» con los zapatos, haciendo poses, no es un lugar para ello, es para recordar lo que allí sucedió y que no caiga en el olvido, no para sonreír en una foto.
Antes de ir a ver este monumento lo lógico habría sido ir a ver El Puente de las Cadenas, pero como ya os he comentado y habéis visto, estaba en obras. Por eso no tenía sentido perder tiempo acercándonos, ya que estaba todo vallado.
Después optamos por caminar por la Avenida Andrassy. Allí encontramos muchas placas doradas en el suelo con los nombres y fechas de judíos que murieron en algún campo de concentración. Estas placas significan que esa era su última dirección conocida.
Esta avenida fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO por sus palacios renacentistas como el Palacio Drechsler (convertido en el hotel W Budapest, un cinco estrellas impresionante) y sus bonitas fachadas.
No faltan las tiendas de lujo. Si tenéis pensado comprar alguna joya, este es el lugar.
Paseando llegamos a uno de los edificios más importantes de Hungría: la Ópera de Budapesto u Ópera Nacional de Hungría. Un edificio neorrenacentista con una fachada decorada con estatuas de musas y personajes ilustres de la música como Mozart o Verdi.
Su interior no se queda atrás y se puede visitar tanto acudiendo a un espectáculo (lo que os recomiendo encarecidamente) como en una visita guiada (hay varias al día).
También podéis reservar con anticipación una visita guiada con Civitatis y así aseguraros la entradas. Tiene muy buenas opiniones.
Como curiosidad, la emperatriz Elizabeth (Sissi) visitaba a menudo este teatro.
Y desde la ópera decidimos ir a ver la hora azul a la zona del Parlamento.
Allí esperamos a que la hora mágica llegara.
Este lugar lo mires desde donde lo mires es un espectáculo.
El día teníamos que cerrarlo cenando en nuestro mercado navideño favorito, el de la plaza de la Basílica de San Esteban. Con vino caliente incluido, como no. Budapest, me tienes enganchada.
Día 5: Gran Sinagoga-Barrio Judío- Gerbeaud Café– Váci Utca-La Princesita-Puente de la Libertad-Mercado Central-Puesta de sol en el Danubio
Hoy nos levantamos con un poco de pena, y es que es nuestro último día completo en Budapest. Hacemos la promesa de volver (sin habernos ido, muy curioso y un indicativo de que algo nos ha encantado) para poder tachar todo lo que ya sabemos que nos quedará pendiente.
Nostalgia aparte, desayunamos en nuestro apartamento y comenzamos con las visitas del día.
Para la primera no teníamos que andar mucho: la Gran Sinagoga o Sinagoga de Dohán utca, la segunda más grande del mundo por detrás de la de Jerusalén.
Los tickets los compramos online en su página web oficial para evitar las colas.
La Gran Sinagoga aunque es de estilo árabe, se pueden apreciar elementos bizantinos, románicos e incluso góticos.
En su exterior lo que más llama la atención son su dos cúpulas, cúpulas que fotografié nada más llegar desde la ventana de nuestro apartamento.
Su interior tiene capacidad para 3000 asistentes con bancos separados por sexos. Además, a la entrada, si eres hombre te dan una kipá que debes colocarte en la cabeza.
Si os coindice la visita con la hora del tour guiado en español, no lo dudéis, merece mucho la pena (en los bancos se indica el idioma del tour con la bandera del país).
En el museo judío se pueden ver objetos de la vida religiosa y las lápidas judías del s. III de Panonia romana halladas al suroeste de Hungría.
Además, pudimos ver una exposición de fotografías (muy duras) sobre todo lo que pasó en este barrio.
Otro de los puntos más importantes de la visita a la Gran Sinagoga es el Árbol de la Vida, un sauce llorón en metal a tamaño natural en homenaje a los caídos del holocausto (en sus hojas figuran los apellidos de algunas víctimas).
La visita merece mucho la pena y es otro de los imprescindibles de Budapest.
Después decidimos recorrer el Barrio Judío.
Visitamos la Sinagoga de la calle Kazinczy y algunos murales. Budapest no deja de sorprendernos.
Y fijaros que decoración navideña más chula tenían aquí. Imposible no parar a sacarse una foto.
También podéis optar por hacer un free tour por este barrio, con una puntuación de 9/10, por lo que es muy recomendable.
Con la idea de hacer un brunch entramos en el restaurante Twenty Six.
Pese a ser las 12 nos dijeron que ya no lo servían y estuvimos dudando entre marcharnos o quedarnos ya a comer.
Optamos por esto último. El local era precioso y nos apetecía probarlo. La comida justita pero el ambiente muy bueno. Para la próxima intentaremos probar su brunch.
El postre lo dejamos para tomarlo en otra de las cafeterías más famosas y elegantes de Budapest: Gerbeaud Café.
Probamos la tarta sacher y ¡madre mía que locura! Estaba riquísima. De hecho, no la superó ninguna de las tartas sacher que probamos en Viena (y que se supone que son más famosas).
No es barato pero merece mucho la pena. Y si no tuvierais tiempo para sentaros y tomar algo, en su tienda ponen las tartas para llevar.
Con azúcar en vena y la tripa bien llena, continuamos recorriendo la calle Váci Utca, una calle peatonal y comercial donde encontramos la conocida tienda Philanhia.
¿Y que venden? Todo tipo de adornos navideños, decoración vintage, una preciosidad, pero cuando la visitamos la estaban liquidando y en la actualidad, por lo que dicen, ya no es lo que era. ¿Volverán a llenar su espacio de magia navideña? Si vais me lo contáis y lo actualizo.
Continuamos caminando y nos acercamos a la preciosa galería Parisi Udvar, un lugar elegante donde tomar un café, pero claro, ya lo habíamos hecho en la cafetería Gerbeaud, por lo que simplemente la vimos por fuera.
Lo mismo nos pasó con Molnár´s Kürtoskalács, donde dicen que ponen los mejores Kürtoskalács de la ciudad (interesante si no se visita Budapest en época de mercados navideños)
Muy cerca de la galería se encuentra otra de las estatuas más famosas de Budapest: La princesita. El lugar donde está ubicada es chulo, ya que tiene el Danubio y el Castillo de Buda a sus espaldas.
Volvimos sobre nuestros pasos para ver el Puente de la Libertad, inaugurado para la Exposición Milenaria de 1869 y reconstruido poco después de la II Guerra Mundial.
El atardecer en este puente es muy bonito pero hoy, aprovechando la tarde despejada que teníamos, dicho atardecer iba a ser desde otro punto, uno de los momentos más esperados del viaje.
Al otro lado del Puente de la Libertad está otro de los balnearios más famosos de Budapest, el Balnerario Gellért.
A nosotros no nos daba tiempo a ir, pero por las fotos que vimos, es un balneario muy bonito (aunque algunos dicen que necesita un poco más de mantenimiento).
Es de estilo art nouveau y casi todas sus piscinas son interiores. La piscina exterior, a diferencia del Balneario Széchenyi ,solo abre en verano y se hizo famoso por haberse grabado aquí un anuncio de Danone. Os dejo unas fotos de su web.
Las entradas se pueden comprar directamente en su página web. Es obligatorio el uso de gorro, por lo que os podéis llevar uno en la maleta o comprarlo allí.
CONSEJO PAPIS VIAJEROS: No aceptan niños menores de 14 años en el balneario.
También desde el puente pudimos ver en la lejanía el Mirador de la Estatua de la Libertad.
Justo al lado del Puente de la Libertad se encuentra el Mercado Central, otro de los lugares imprescindibles para visitar en Budapest.
Y como buenos amantes de los mercados, no podíamos perder la ocasión de entrar y visitarlo.
Data de 1987, su fachada y su interior son muy bonitos y allí nos encontramos puestos de comida, de recuerdos (es un buen lugar para comprar paprika) y una zona de restauración en la parte de arriba.
La peque necesitaba un descanso de carro, y nosotros teníamos algo de «gusa», por lo que entramos en el restaurante Fakanál Etterem a comer algo.
Es un restaurante húngaro de tipo bufet, con música en directo, y aunque habíamos leído opiniones de todo tipo, a nosotros nos hizo la labor. Calidad muy justita pero tampoco es caro, por lo que es una opción si estáis por la zona.
Y después de la «merienda-cena» llegó EL MOMENTO. Sí, el momento con mayúsculas, porque el atardecer que vi frente al Parlamento de Budapest se fue directamente a la lista de los mejores de mi vida viajera.
Cuando llegué todavía no era la hora «crítica» pero las nubes ya me empezaron a avisar que no faltaba mucho y que el espectáculo que iba a contemplar prometía.
Y así fue. Poco a poco los azules dieron paso a los morados y yo allí sentada me frotaba los ojos. ¿Era real?
El Parlamento es espectacular, pero es que con esta luz y con estos colores en el cielo y el sol iluminándolo ya es algo BRUTAL. Sin palabras.
Parte de la belleza de estos momentos son lo efímeros que son y el sol, después de este regalo, se escondió. El color púrpura invadió el ambiente. ¿He dicho ya que es BRUTAL? Sí, creo que sí.
La iluminación del Parlamento se encendió y tímidamente la hora azul se iba acercando.
Mi cámara siguió echando humo pese a ser ya noche cerrada, no podía dejar de sacar fotos. Budapest me has conquistado de una forma que no imaginaba.
Por si no os he puesto pocas fotos de este momento, va una más. La del making off. Y es que en momentos así me encantan este tipo de fotos ¿Qué os parece?
La idea después de este espectáculo era ir a tomar algo a un Ruin Bar. Estos bares están ubicados en edificios en ruinas que fueron abandonados en la época de la ocupación nazi y que ahora se han reconvertido en espacios de arte donde tomar algo.
El más famos, Szimpla Kert, además se encontraba muy cerca de nuestro apartamento, pero hacía muchísimo frío y no nos parecía muy adecuado entrar con un bebé de diez meses siendo ya de noche…
Me quedé con muchas ganas, pero como a Budapest volveremos, eso no va a faltar.
Otros de los más recomendados son el Instant, el Dürer Kert, el Mazel Tov o el For Sale Pub.
También podéis hacer un tour de fiesta por los ruin pubs, seguro que está genial.
Día 6: Budapest-Viena
Hoy dejábamos Budapest. Tocaba hacer maletas, dejar el apartamento y poner rumbo a la estación de trenes para ir a nuestro siguiente destino del viaje navideño: Viena.
Qué pena nos daba irnos… Budapest nos había encantado. Pero como ya he dicho un montón de veces en el post, prometemos volver.
Volver para disfrutar de sus balnearios, ver un atardecer desde el Bastión de los Pescadores, recorrer el Danubio en barco, conocer los ruins bar, comernos una burger en el Mc Donals de la estación de trenes de Nyugati (que dicen que es precioso), ver el Puente de las Cadenas sin obras o acercarnos al mirador de la Estatua de la Libertad.
Budapest nos volveremos a ver.
Como siempre, cualquier duda podéis contactar conmigo mediante Instagram, Facebook o a través de los comentarios del blog (en cada entrada o en el apartado de Contacto). No olvidéis seguirme en ambas redes sociales para estar al día de todas las fotos y viajes que publico.
¡Salud viajeros!
Patry
Me ha encantado. Como siempre un artículo de 10 y unas fotos preciosísimas.
Alucino que viajando con bebé podías hacer esas fotos.
Yo solo puedo con móvil y de aquella manera😅
Gracias por contarnos todo al detalle y seguid publicando post así de bonitos. Es un placer leeros, y aunque ya conozco Budapest, con tus fotos me han entrado unas ganas locas de volver.
Conchi
AYYYY muchísimas gracias por el comentario tan bonito Patry. Ni te imaginas la ilusión que me ha hecho leerlo.
La verdad es que Budapest es una ciudad para volver. A nosotros nos faltaron cositas por ver/hacer al ir con la peque y en invierno, por lo que seguro segurísimo que volveremos (esta vez con buen tiempo jejeje).
Y el tema de sacar fotos no te creas, que no es fácil desde que llegó la peque al equipo viajero. Ahora sacamos menos, más rápidas, nosotros casi ni salimos, pero intento no perder la esencia, y en lugares «importantes» nos turnamos para poder hacerlas. Mi marido me ayuda mucho en ese sentido y me cubre con ella. Sin él no sería posible. Un besazo muy grande.