
Cuando vimos que desde nuestra ciudad teníamos vuelo directo de bajo coste a Bérgamo ni nos lo pensamos ¡En la semana de vacaciones de Julio volvíamos a Italia! Uno de nuestros países preferidos en el mundo.
Además había una zona que teníamos muchas ganas de conocer: Cinque Terre.
Este fragmento de costa italiana de gran belleza está declarado Patrimonio Mundial por la Unesco y no es de extrañar.
Pueblos de vivos colores situados sobre acantilados, puestas de sol magníficas, rutas de senderismo y una gastronomía maravillosa hará que vuestra escapada sea redonda.
Seguid leyendo y veréis que recorrido más chulo se puede hacer en pocos días por esta increíble zona.
Italia es un país que ya visitamos en dos ocasiones y al que volveremos muchas más porque nos encanta: el clima, la comida, la gente, el arte que tiene por todos los rincones… Además, en Julio, al visitar la zona norte nos asegurábamos buen tiempo pero sin pasar mucho calor.
Es una escapada muy cómoda al estar tan cerca y muy económica, por lo que os animo a visitar estas dos bonitas regiones italianas: Lombardia y Liguria.
¡¡¡Allá vamos con todos los detalles!!!
DATOS PRÁCTICOS
– Ruta: La distribución de esta escapada la hicimos de la siguiente forma:
- España-Milán
- Milán: visitas ciudad
- Milán-Génova-Riomaggiore
- Riomaggiore-Vernazza-Corniglia-Manarola
- Varenna-Bérgamo
- Bérgamo-España
– Vuelo: volamos con Ryanair (y una maleta facturada para los dos) directos a Bérgamo.
–Desplazamientos: Allí nos movimos todo lo que pudimos en tren, ya que es muy cómodo y barato, pero para apurar el tiempo al máximo decidimos también alquilar durante dos días un coche para ir desde La Spezia hasta Como (con la compañía Europcar) ya que la combinación de trenes para este trayecto era complicada. Tuvimos que pagar peaje en alguna carretera (bastante caro por cierto).
Para ir desde el aeropuerto de Bérgamo a la estación central de tren de Milán reservamos los billetes de autobús desde España en la web de Terravision. Haciéndolo así teníamos la plaza reservada, y si el vuelo llegaba con retraso, nos servía para cualquiera de los horarios posteriores. Muy cómodo.
Los trayectos de Milán a Génova y posteriormente a Riomaggiore los reservamos en la web de Trenitalia y para movernos por la zona de Cinque Terre compramos la Cinque Terre Rail MS Card en su web parco nazionale 5 terre (16 euros un día de viajes ilimitados por la zona, y acceso a los senderos).
Hay que tener en cuenta que pese a que se haga la reserva del tren por Internet siempre hay que ir antes a las máquinas de las estaciones para imprimir los billetes, y en el caso de la Cinque Terre Card con más razón, puesto que no se activa hasta que utilizas el primer tren (y es cuando empieza a contar el tiempo por el que la hayas comprado).
-Comida: En Italia es muy fácil comer barato, incluso en lugares con muchísimo encanto, por lo que esto no es un problema ni hay que llevar provisiones desde España.
–Entradas: Llevamos reservadas las entradas al Duomo de Milán para no tener que hacer cola en la taquilla y poder ir directos a la fila (en Julio hay mucho turismo y te puedes pasar media tarde esperando). Hay dos tipos de entrada: a pie y en ascensor (lógicamente esta segunda más cara), y la reserva se hace desde la web ticketone eligiendo la modalidad stampa@casa para poder imprimirlas. Reservamos la opción Duomo Pass a Piedi por 12,50 euros por persona, que con los extras se quedó en 15,25 euros.
Las entradas del acuario de Génova (el segundo más grande de Europa, después del de Valencia) las compramos en la taquilla (25 euros cada uno) pero podéis ver su web en este enlace y las entradas a Villa Monastero en Varenna lo mismo, las compramos allí.
Algo que se nos quedó en el tintero fue ver el Cenacolo Vinciano en la iglesia de Santa María Della Grazzie (la pintura mural de Leonardo Da Vinci de la última cena). Nos hubiera encantado verlo pero la única opción era coger un tour donde se incluían más visitas y esto no era una buena alternativa para nosotros, primero porque no nos gustan y segundo porque el precio era desorbitado. Podéis mirar la disponibilidad en la web Cenacolovinciano.org
FOTOGRAFÍA
Para los que les guste este mundillo os doy varias recomendaciones para poder tomar unas buenas fotografías en lugares y momentos clave (siempre que el tiempo lo permita).
Todos los pueblos de Cinque Terre están orientados hacia el oeste, lo que hace que el sol aparezca por detrás de ellos generando una enorme sombra y oscureciendo todo el lugar. Sin embargo, al atardecer es todo lo contrario y podréis disfrutar de unas puestas de sol maravillosas, con toda la luz del sol bañando las casas. Madrugar viene bien para sacar estos pueblos sin turistas pero lo más especial es al atardecer.
En Varenna se tienen unas vistas preciosas del pueblo desde una terraza que hay cerca de la «playa» (Bar Il Molo) y desde Villa Monastero el lago luce espléndido. Desde lo alto del Castelo Di Vezio se tiene que tener una panorámica muy bonita también (por falta de tiempo no subimos).
En Milán es precioso el amanecer con el sol saliendo en un lateral del Duomo, una pena que en nuestro caso estuviera todo nublado y después del madrugón no lográramos la foto que queríamos. Aun así merece mucho la pena ver toda esta zona desierta. El atardecer desde lo alto de la catedral es precioso.
En Bérgamo podéis ver el atardecer desde la parte alta de la ciudad (Cittá Alta), con toda la ciudad a vuestros pies.
DÍA 1: Milán
Nuestro vuelo a Bérgamo salía por la tarde y en dos horitas nos situaba puntualmente en el aeropuerto Orio al Serio. Sin contratiempo alguno, salimos de la terminal y pudimos ver al momento la zona donde estaban los autobuses que nos llevarían a la Estación Central de Milán (hay personas con carteles y en los propios autobuses aparece la compañía y el destino). No tiene pérdida, nada más salir vais a ver los andenes con los autobuses. Entregamos el billete impreso al conductor y esperamos a que diera la hora de salida.
El trayecto se hace en menos de una hora y te deja en uno de los laterales de la Estacion Central de Milán (Stazione di Milano Centrale).
El hotel elegido para pasar dos noches en la ciudad de la moda fue el Starhotels Echo, un cómodo y moderno hotel a cinco minutos andando de la estación de tren y del metro (lo que facilita mucho los desplazamientos).
En este hotel hemos estado en dos ocasiones. En esta escapada y cuando visitamos Dolomitas y en ambas nos encantó. Mirad los dos tipos de habitaciones que nos dieron.


Dejamos las maletas y como ya era la hora de cenar, nos acercamos a una pizzería que llevaba apuntada: Mr Panozzo, un local divertido, lleno de dibujos y dedicatorias de clientes de todo el mundo, y lo más importante: un personal con muy buen rollo y unas pizzas para quitarse el sombrero.
Además del buen precio, te regalan de postre un trozo de pan con Nutella y un chupito de limoncello.
Regresamos al hotel y ¡a dormir!

DÍA 2: Milán
Para hoy teníamos en mente hacer algo diferente: coger un taxi a las 6 de la mañana para ver la Piazza Del Duomo y la Galleria Vittorio Emanuele sin turistas, con la magia especial que tienen estos lugares desiertos cuando sabemos que horas más tarde van a estar abarrotados. Es una sensación única.
He de reconocer que nos costó, nos costó muchísimo despegarnos las sábanas e irnos sin desayunar, pero hicimos el esfuerzo y nos plantamos en el centro de Milán en un plis plas. El taxi nos dejó en el Teatro de La Scala, uno de los teatros de ópera más famosos del mundo, con el típico tranvía amarillo pasando por su puerta.


A pocos pasos está la Galleria Vittorio Emanuele II, un edificio construido entre 1865 y 1877 que alberga tiendas de importantes firmas como Prada, Gucci o Louis Vuitton, además de restaurantes con terrazas.

En el techo de la bóveda central de la galería hay un bonito mosaico que representa los continentes de Asia, África, Europa y América y en el octágono central se encuentra un mosaico que muestra el escudo familiar de los Savoia con el famoso toro.


Según la tradición, si se desea volver a Milán hay que dar un giro completo por encima de los «atributos» del toro, con el tacón derecho y con los ojos cerrados, de ahí que haya un agujero enorme. ¿Os animáis?

Salimos de la galería y nos encontramos con la maravillosa Piazza Del Duomo: majestuosa, elegante, solitaria.

Una pena que la mañana estuviera nublada, con el sol saliendo a un lado del Duomo la estampa habría sido preciosa pero el tiempo es así y hay que intentar sacar las mejores fotos con lo que nos toca.


Paseamos por la plaza fotografiándola desde varios ángulos y coincidimos con una sesión de fotos de dos novios. ¿Serían novios de verdad o eran modelos? Porque no se les veía «muy enamorados».


Decidimos coger el metro y volver al hotel a desayunar y a dormir una horita más.

Después de este pequeño descanso, comenzamos la ruta que tenía diseñada para ver lo más importante de Milán.
Nuestra primera parada fue la Plaza Luigi Cardona con la escultura “Aguja, hilo y nudo”, obra del escultor sueco Claes Oldenburg. Una escultura que sin ser especialmente bonita, es curiosa. Es una aguja clavada en el suelo con un hilo de colores que asoma al otro lado de la calzada con un nudo, algo muy acertado en la ciudad de la moda.

Muy cerca de aquí se encuentra el Castello Sforzesco: un castillo en el casco antiguo de Milán que alberga un museo de arte y que fue el hogar de la poderosa dinastía Sforza que gobernó el Milán renacentista.


Nosotros no entramos al museo, simplemente paseamos por los jardines y el patio y terminamos en la fotogénica torre principal. En mi opinión es una visita prescindible si no disponéis de mucho tiempo.

Desde el Castello nos acercamos a ver el Cimitero Monumentale di Milano, un cementerio que es un auténtico museo al aire libre.

La entrada se realiza a través del gran Famedio, un enorme edificio de estilo neomedieval hecho de mármol y piedra que contiene las tumbas de algunos de los ciudadanos más honrados de la ciudad y del país. Se pasa por los arcos que veis a los extremos.

En su página web podéis ver toda la información del cementerio, visitas guiadas etc.

Las señales ubicadas en todo el cementerio apuntan a los visitantes a varias de las tumbas y monumentos más notables. A mí como buena amante del arte egipcio me sorprendieron estas dos pirámides.


La lista de tumbas es muy larga pero para no aburriros, os voy a enseñar solo algunos de ellas.
La última cena, tumba de la familia Campari.


Mausoleo de Antonio Bernocchi.


Nosotros estuvimos cerca de una hora recorriendo las pasarelas y ni mucho menos vimos todo.


Una visita que nos dejamos por esta zona fue el curioso Bosco Verticale Torre de Castilia, una serie de edificios singulares de la zona financiera de Milán que integran árboles y plantas con las fachadas.

Terminada la visita del cementerio nos dirigimos al famoso Cuadrilátero de la Moda, el barrio por excelencia donde se encuentran los mejores diseñadores italianos y extranjeros. Se llama así porque está delimitado por cuatro calles: Vía Monte Napoleone, Vía Alessandro Manzoni, Vía della Spiga y Corso Venecia.
Vía Monte Napoleone está considerada como una de las calles más caras y prestigiosas del mundo, comparable a la Quinta Avenida de Nueva York y a la Avenida de los Campos Elíseos de París, por lo que una vuelta por allí hay que dar (aunque no se compre nada).


Era ya la hora de comer, por lo que después de entrar en un par de tiendas, nos dirigimos a por los famosos panzerotti de Luini.
Es un pequeño local situado en Via Santa Radegonda, al lado del Duomo, que tiene diferentes variedades de panzerotti (fritti, al forno, dulces…) muy ricos y muy baratos. No había mucha cola porque era tarde (ventaja de ser español y comer a las tres del mediodía) por lo que elegimos un par de panzerotti y nos los comimos sentados en la calle.
A nuestro lado había una maravillosa gelateria, por lo que el postre ya estaba adjudicado: un super helado de yogur con frutas del bosque y muesli en Cioccolatitaliani. Nos costó más que la comida, pero teníamos el capricho.

Al Duomo queríamos ir a las cinco de la tarde (cerraban a las 7, podéis mirar los horarios aquí) por lo que dimos una vuelta por el centro. Paseamos por la bonita Piazza dei Mercanti y el Palazzo dei Giureconsulti



Volvimos a la Galleria Vittorio Emanuele II para verla en otro momento del día, con sol y con gente, mirad que diferencia.


Y ya por fin llegó la hora de ir a nuestra gran visita del día.
Después de estar un buen rato en la cola a la solana, por fin entramos a una de las catedrales más grandes del mundo.

Y algo muy importante: se debe llevar los hombros y piernas cubiertos, si no cumples esto no te dejaran entrar. Vimos a chicas que después de hacer toda la cola se tuvieron que marchar.

Lo que más nos llamó la atención del Duomo fue la estatua de San Bartolomé de Marco da Agrate, que representa al Apóstol (que fue desollado vivo), sin piel, la cual le cuelga de los hombros y cae por delante como si fuera un manto.


¡Y no nos podemos olvidar de la terraza! Desde lo alto del tejado se tienen unas maravillosas vistas de la ciudad y se pueden admirar los pináculos de la catedral muy de cerca.


Subir por las escaleras no cuesta mucho y merece muchísimo la pena, yo no me lo perdería. Además si elegís la última hora para subir podréis ver la puesta de sol. Para mí fue lo más bonito de Milán.


Aquí tuve un incidente y es que me puse en la cola del ascensor para bajar cuando mi entrada era a pie.
Mi cara al verlo fue un poema pero seguí adelante y cuál fue mi sorpresa cuando al pasar la entrada por el lector ¡me dejó salir! Mi chico que me estaba esperando abajo ni se lo creía. ¿Casualidad o es que las entradas son iguales y solo cambia el precio?
Ahora teníamos dos opciones: ir a tomar el aperitivi al barrio de los canales (Navigli) que eran unos 20 minutos andando en sentido opuesto a nuestro hotel, o ir a cenar a la terraza del restaurante Obica Mozzarella. Optamos por esta última opción para cenar con tranquilidad e irnos directos al hotel.
El restaurante está en la séptima planta del centro comercial La Rinascente, en la zona gourmet y no pudimos resistirnos a comprar un par de manjares de recuerdo.


Os recomiendo pedir una mesa en la terraza, las vistas al Duomo iluminado al anochecer son espectaculares, es un lugar muy romántico peeero hay muchos mosquitos, por lo que o vais cubiertos o lleváis repelente, porque si no os comerán vivos.
La mozzarella y la lasaña que pedimos riquísimas y de postre una típica panna cotta y, como os he dicho antes, con unas vistas alucinantes.



Otro restaurante al que acudimos al volver de nuestro viaje por Dolomitas y que pese a no tener estas vistas nos encantó fue Rossini Ristorante Pizzeria. Comida de 10.
Nos despedimos de la plaza del Duomo, iluminado a estas horas, y nos fuimos al hotel.

Además del barrio Navigli nos faltó poder ver el Cenacolo Vinciano. Dos veces hemos estado en Milán y no hemos conseguido verlo nunca. ¿A la tercera irá la vencida?
Milán tiene su encanto pero tengo que remarcar que no se puede comparar con las grandes ciudades italianas como Roma o Florencia, que nadie se engañe. Aún así, se merece una visita y no solo de un día porque disfrutarla de noche es todo un lujo.
DÍA 3: Génova- Riomaggiore
Hoy tocaba madrugar para recorrer los 240 km que separan Milán de Riomaggiore. Como no había tren directo decidimos partir el viaje en dos: coger un tren hasta Génova, hacer una visita rápida a esta ciudad y después coger otro tren directo hasta Riomaggiore para llegar un poco antes de la puesta de sol.
Desayunamos en el hotel y fuimos a la Stazione Di Milano Centrale, a cinco minutos del hotel. Es una estación enorme pero con muchas indicaciones, por lo que llegamos al andén de nuestro tren con mucho tiempo.

En poco más de hora y media llegamos a la estación de Génova Piazza Principe. Dejamos las maletas en la consigna (deposito bagagli, os dejo el enlace a los horarios y tarifas) y nos fuimos caminando hacía nuestra primera parada: Galeone Neptuno, una réplica de un galeón español del siglo XVII construida en 1985 para la película de Roman Polanski «Pirates». La entrada cuesta 5 euros pero nosotros decidimos simplemente fotografiarlo por fuera.
Antes de nada decir que Génova nos dio un poquito de «mal rollo». Por las zonas turísticas se estaba bien, pero si te salías de éstas el panorama cambiaba. No creo que sea una ciudad por la que merezca la pena desviarse de la ruta, simplemente si os pilla de camino podéis dedicarle unas horas.


Muy cerca del Galeón se encuentra el acuario, y como el sol apretaba, decidimos entrar a verlo.

Hacía muchísimos años que no entraba en un acuario y la verdad es que me dio mucha pena ver a los animalitos encerrados en las «peceras» cuando cuatro meses antes los habíamos visto en libertad en Maldivas.


A las morenas y tiburones me encantó verlas a través de un cristal jajaja que menudos sustos nos dieron en Maldivas.


¿Repetiría? No, la verdad, me sentí muy mal de hecho por haber pagado por entrar a verlo.

Ver pingüinos sería una señal para un viaje próximo a la Antártida…..:-)
Salimos del acuario y nos topamos de frente con el Palacio San Giorno, un edificio cuya fachada está cubierta de pinturas de estilo barroco ilusionista con efecto trampantojo ya que parecen esculturas. Actualmente es la sede de la Autoridad Portuaria.

Y desde aquí nos dirigimos a ver la Catedral de San Lorenzo, una pequeña catedral que nos recordó a la de Florencia por las franjas de mármol negro y blanco tan típicas del arte italiano de la época.


Era la hora de comer y en la misma plaza había un local de bruschette: Ai Troeggi Vino,Birra e Bruschetta y como nuevamente era tarde había sitio libre ¡qué rico todo! Nos comimos las bruschette sentados en la barra del local y continuamos con la ruta.

Después de llenar nuestros estómagos nos acercamos a la Piazza De Ferrari (plaza principal de Génova) donde no me resistí a sacarme una foto con el cartel de Génova (ya que no había cola ni nadie esperando, cuando es así nunca lo hago).


Continuamos por Vía Garibaldi, una calle plagada de palacios declarados Patrimonio de la Humanidad. Es una calle con el encanto que a nosotros nos gusta, la verdad.



Son muy curiosos los trampantojos que hay aquí también simulando ventanas, adornos o balcones.


La Casa de Cristobal Colón no recomendaban verla por lo que la eliminamos del recorrido y al Castillo no nos daba tiempo a subir ya que queríamos coger el tren no muy tarde.

Y desde aquí despedíamos Génova para comenzar la parte más esperada del viaje ¡Cinque Terre!
Como comentaba al inicio de la entrada, el tren es la mejor opción para llegar a estos pueblos, además os deja a un paso del centro de cada uno de ellos.
Existe un pequeño parking a las afueras de cada uno de los pueblos pero puede que no podáis aparcar el coche y tengáis que iros al siguiente pueblo sin ver nada. Por no hablar de las carreteras: Kilómetros de curvas, tramos muy estrechos, incluso desprendimientos de rocas. Por todas estas razones el tren es lo ideal.
He de confesaros que di muchísimas vueltas para decidir en qué pueblo dormir y en qué hotel o apartamento (incluso hice varias reservas y las anulé porque ninguno me convencía). Quería que nos alojáramos en un lugar romántico (porque esta zona es lo que me inspira: romanticismo por todos los rincones), con vistas y que estuviera bien comunicado tanto por tren como por barco para poder ver estos pueblecitos desde ambas perspectivas.
Affittacamere Le Giare, en Riomaggiore, fue el elegido y ha sido uno de los alojamientos más especiales en los que hemos estado en nuestros viajes. Romántico a más no poder, en lo alto de Riomaggiore, con una terraza con vistas al mar y al pueblo y orientada a la puesta de sol. Cuando quieres que se detenga el tiempo y te da una rabia horrible no haber reservado una noche más, es síntoma de que el lugar tiene magia y allí fue así. Lo único malo fue cargar con la maleta cuesta arriba hasta llegar al apartamento jeje.


Como teníamos todavía tiempo hasta la puesta de sol decidimos bajar al embarcadero para ver las vistas y aprovechar el viaje para comprar la cena.

Habíamos visto tantas fotos de estos pueblos de postal y allí estábamos…..La puesta de sol es impresionante y única, no os vayáis de esta zona sin haber visto como mínimo un par de puestas de sol. Ese momento es mágico.


Después de un buen rato de relax con esta estampa decidimos subir al apartamento.
Nos tumbamos en las hamacas y nos comimos los conos de calamares fritos y patatas junto con las cervezas que habíamos comprado en el centro del pueblo.
Hasta que no se fue el sol por completo no nos metimos en la habitación, se estaba tan bien allí….Pero tocaba descansar, que al día siguiente teníamos «tarea».

DÍA 4: Riomaggiore–Vernazza–Corniglia– Manarola
Hoy teníamos un día muy completo por delante: queríamos visitar como mínimo tres de los cuatro pueblos que nos faltaban por conocer en Cinque Terre haciendo un trayecto completo en barco y otro en tren parando en cada uno.
Pero primero había que cargar pilas por lo que fuimos a desayunar a un bar que nos indicó la dueña del apartamento (el desayuno no lo sirven en el mismo local), situado en un callejón de la parte baja del pueblo con mucho encanto y además muy rico todo.

Después nos acercamos a la oficina de tickets de Riomaggiore (consorcio maritimo turístico 5 terre) y cual fue nuestra sorpresa cuando vimos que ponían un cartel de cerrado por malas condiciones en la mar. ¡Qué bajón! Además nos dijo un chico que iba a estar así todo el día por lo que nos quedábamos sin ver estos pueblos desde el mar. No siempre las cosas salen como se tiene pensado, que le vamos a hacer.

Nos sacamos unas fotos por la zona del embarcadero (desde la parte alta y desde la parte de las rocas) y estuvimos pensando en cómo organizar el día.

Planteamos diferentes opciones y decidimos finalmente ir a dejar las maletas al apartamento de La Spezia (a 10 minutos en tren desde Riomaggiore), hacer el check-in y después ya con toda tranquilidad volver a ver todos los pueblos que pudiéramos de la Cinque Terre.

Como el apartamento reservado estaba muy cerca de la estación de tren «La Spezia Centrale» no nos llevó mucho tiempo. El elegido fue Atmosfere Guest House, una guest house decorada con mucho gusto, muy limpia y con un personal encantador.

Con el equipaje ya «en casa» cogimos el tren rumbo a Vernazza.

Nos perdimos por las mil callejuelas que tiene el pueblo, nos acercamos al embarcadero y después decidimos subir a un mirador que hay en la parte alta (hay que enseñar el ticket de la cinque terre card ya que es el comienzo de la ruta de senderismo que conecta los pueblos) desde donde pudimos ver unas maravillosas vistas de Vernazza.


Os recomiendo llegar al mirador que os comentaba antes, ya que aunque hay que caminar bastante y el sol y las cuestas lo complican, la recompensa al llegar arriba es brutal. Yo llevaba sandalias (el calzado menos apropiado para esto) pero lo pude hacer sin mucha dificultad. En el atardecer esta vista tiene que ser preciosa.


Comimos un trozo de pizza al taglio y nos fuimos al siguiente destino: Corniglia.
Este pueblo se diferencia del resto de los pueblos de Cinque Terre en que es el único que no se conecta directamente con el mar, sino que se sitúa sobre una colina de unos cien metros, rodeado por viñedos que se distribuyen en las características terrazas en el lado que mira hacia el mar.

Para llegar al pueblo hay dos vías: subir los 377 escalones o esperar al autobús. Como la cola para el bus era infinita nos armamos de valor y comenzamos a subir los escalones.
Llegamos arriba con una sudada importante y muertos de sed, ¡cómo cuestan las cuestas!


Visitamos la iglesia, el centro del pueblo y paramos a comer un gelato y a descansar en el mirador desde donde veíamos Vernazza a lo lejos.


Nos faltaba encontrar el lugar desde el que poder fotografiar Corniglia con sus casas de colores y terrazas tan características y éste estaba al otro lado del pueblo.
Tocaba caminar nuevamente, pero las vistas desde allí eran preciosas.

El autobús para bajar a la estación estaba nuevamente a tope, por lo que decidimos bajar por las escaleras para coger el tren a Manarola.
Manarola iba a ser nuestro último pueblo a visitar de Cinque Terre, donde cenaríamos y veríamos la puesta de sol ya que me pareció el más fotogénico de los que nos faltaban para ello.


El mirador más bonito está saliendo del pueblo, por un camino asfaltado que se aleja siguiendo la ladera de la montaña.
Además arriba hay un restaurante que os recomiendo 100%: Nessun Dorma Cinque Terre. Nuevamente de lo más romántico que puede haber, con vistas al pueblo en la puesta de sol y unas tablas de embutidos y quesos de escándalo.

Hay que hacer cola, por lo que os recomiendo que vayáis con tiempo para que podáis elegir una mesa con vistas. Será una cena que nunca olvidareis, una experiencia inolvidable.

Brindamos con el cóctel-aperitivo por excelencia en Italia, un Aperol Spritz y como siempre, dimos gracias por poder disfrutar de estos momentos tan especiales en los viajes.

Sin duda, Cinque Terre nos había encantado y pese a dedicarle una noche, cuando mucha gente solo se limita a recorrerlos en un día, nos quedamos con ganas de más. Dos noches hubiera sido perfecto, pero como siempre digo, es la excusa para volver.

Con Manarola iluminada nos despedíamos de Cinque Terre.

Nota: Monteroso es otro de los pueblos de Cinque Terre, el más poblado, con mayores infraestructuras y el que tiene la única playa de arena.
Nos parecía que era el que menos encanto tenía de todos y como no había tiempo para más, lo descartamos.
Si vais con más días (os recomiendo pasar mínimo dos noches en Cinque Terre como he dicho antes) podéis relajaros al sol allí.
DÍA 5: Varenna–Bérgamo
Hoy tocaba coger el coche de alquiler para ir al Lago Como, concretamente a Varenna.
Sólo teníamos tiempo para ver una localidad (ya que habíamos quedado para cenar en Bérgamo con unos amigos), por lo que la visita debía ser express y al lugar que más nos llamaba la atención.
Desde La Spezia recorrimos 293 km (tres horas y cuarto de viaje) y aparcamos en un parking de pago que hay al inicio del pueblo (enfrente de Villa Monastero).

Como llegamos a la hora de comer, nos pedimos unos paninis para no demorarnos mucho y fuimos directos a ver la zona del lago. ¡Qué bonito! ¡Qué tranquilidad y qué paisaje tan espectacular con el lago, las montañas, las flores y las casas de colores! Parecía un lienzo.

Compramos un helado y fuimos paseando por el pueblo hasta llegar al otro extremo (desde donde parte el ferry).


Las callejuelas invitan a curiosear por ellas, a perderse…


En la zona del puerto hay un paseo para disfrutar con calma de las vistas del lago y de las montañas. Otra maravilla.


Después de subir y bajar callejuelas nos dirigimos hacia Villa Monastero, otra de las visitas que llevaba apuntada como imprescindible en Varenna.

La entrada simple cuesta 5 euros y si queréis ver la casa museo son 8 euros. Nosotros nos decantamos por la primera opción y durante una hora estuvimos paseando por esta villa recorriendo el impresionante jardín botánico que la rodea.

Ojo que cierran a las 19 horas en verano, por lo que no se puede ir a la puesta de sol.


En esta visita a Varenna nos sentimos como en Cinque Terre, nos hubiera encantado pasar más tiempo aquí y disfrutar de un par de días recorriendo estos pueblecitos con el ferry. Lo apuntamos para otra escapada.
En algo más de una hora llegamos a nuestro hotel de Bérgamo: Mercure Bérgamo Centro Palazzo Dolci, un hotel con habitaciones enormes, muy bien ubicado ya que está muy cerca de la estación de tren (para quien llegue a esta ciudad de esta forma) y a diez minutos andando del funicular para subir a la Cittá Alta.
Nuestros amigos nos esperaban para ir a cenar y para enseñarnos algunos puntos de interés, ya que al estar anocheciendo no daba tiempo a más.

Las vistas desde la Cittá Alta son preciosas al atardecer y el centro tiene un encanto medieval que nos sorprendió.


El restaurante al que nos llevaron se llamaba Il Circolino Cittá Alta, un lugar con un patio estupendo en el que probar la famosa Polenta y otros manjares italianos. Muy recomendable y con muy buen ambiente.
Y después de este ajetreado día nos fuimos a descansar. Al día siguiente teníamos un vuelo, aunque no para regresar a casa. Hacíamos otra parada para visitar el fin de semana a unos amigos en Reino Unido. ¡Las vacaciones exprimidas al máximo!
Finalizaba la ruta exprés por el norte de Italia, un lugar al que volveremos segurísimo (sobre todo a Cinque Terre y Lago Como) porque nos quedamos con ganas de más.
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¡Salud viajeros!
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¡Me ha encantado el artículo! La info súper útil pero lo mejor las fotos, son preciosas. ¡Enhorabuena!
Conchi
¡Muchas gracias! Es una zona tan fotogénica que es una maravilla sacar la cámara. Un abrazo.